lunes, 8 de junio de 2009

Soria : Edades del Hombre



La Concatedral de San Pedro de Soria acoge hasta el próximo 12 de diciembre una nueva exposición de Las Edades del Hombre, cerrándose así un recorrido con el que la fundación ha llevado el extenso y variado arte sacro a las diferentes sedes episcopales de Castilla y León, y también a ciudades internacionales como Amberes o Nueva York.
Bajo el título «Paisaje Interior», la decimoquinta edición de Las Edades del Hombre pretende acercarse a la «espiritualidad» de las gentes que han vivido en estas tierras. «Todas las personas tienen una cultura, una fe, que tiene que ver con sus vivencias», explicó durante su inauguración el comisario de la exposición, Juan Carlos Atienza, para quien la muestra se acerca a los valores que han marcado la vida de los cristianos de la Diócesis de Osma-Soria y, por extensión, al resto.
La exposición tiene dos partes diferenciadas. La primera ocupa las naves centrales de la Concatedral de San Pedro, restaurada para la ocasión. La segunda gira en torno al claustro, un gran desconocido para el público, incluso para los sorianos. El recorrido concluye con un epílogo donde, por primera vez en una exposición de Las Edades del Hombre, se ofrece una mirada retrospectiva a las anteriores exposiciones con catorce obras significativas, una por cada muestra desde que comenzaron en Valladolid en 1988.
En total, la Concatedral de San Pedro reúne 208 obras de patrimonio religioso que a lo largo de la muestra se intercalan con fotografías del paisaje y costumbres sorianas y fragmentos de obras de poetas que en algún momento de sus vidas estuvieron vinculados a la capital del Duero, tales como Antonio Machado, Gerardo Diego, Fray Luis de León o Gustavo Adolfo Bécquer.
Nada más cruzar el umbral de la portada dedicada a San Pedro se puede contemplar un frontal del altar de Osona (s. XIII) y un lienzo del pintor valenciano Joaquín Sorolla que representa un paisaje de la provincia, dos piezas que fueron seleccionadas con el objeto de servir de «eslabón» entre la anterior edición de Las Edades, en Ponferrada, y la que hace unos días se inauguró en Soria. Forman parte del primer capítulo, «Sembradores de la fe», en cuyo montaje domina el color rojizo —de las hojas secas y de la tierra labrada para la siembra— y donde otras dos piezas llaman especialmente la atención del visitante. Una de ellas es una talla de madera policromada de San Pedro de Osma realizada por Juan de Juni (siglo XVI), cuya posición, retorcida y en escorzo, sorprende gratamente. La otra obra pertenece a la misma imagen y es coetánea a ella, pero su autor es Pedro Machuca y ha viajado desde la Catedral de Jaén.
La implantación de la fe y su presencia en la vida cotidiana marca el segundo capítulo de esta muestra. En él se ha querido recoger parte del mobiliario litúrgico —un artesonado, un órgano, varios ornamentos y libros, un coro...—. Precisamente un coro del siglo XIII procedente de la iglesia de San Esteban de Masegoso (Soria) es una de las piezas más destacadas, principalmente por la labor de restauración que se ha ejercido en ella, ya que, pese a desplomarse hace más de un siglo, se ha podido recuperar con los restos de policromía. Curioso es también una silla de manos de autor desconocido que la Iglesia de San Martín de Tours de Berzosa (Soria) ha recuperado como confesionario.
La virgen y los santos son los protagonistas del tercer capítulo que tiene por título «Nos iluminan el camino de la vida: patronos, santos y devociones», y que lleva a Soria las tablas del antiguo retablo de la Catedral de El Burgo de Osma. Una de ellas, la de la Dormición de Virgen ha sido cedida por el Museo Marés de Barcelona. Asombra también el tríptico con Santa Isabel de Hungría, San Francisco de Asís, San Bernardino de Siena y San Pedro. Encontrado en Almazán, los trabajos de restauración permitieron desvelar la autoría de esta pieza que data del siglo XV y que se ha atribuido al flamenco Hans Memling.
Flanqueado por dos gigantescos velos (uno de la Cruz del obispo Pedro de Montoya y otro de Pasión del obispo Álvarez da Costa), el cuarto capítulo, «Bajo el signo de la cruz», tiene como piezas principales una Piedad anónima (siglo XV) de un sorprendente dramatismo y un Cristo yacente de Gregorio Fernández (siglo XVII) de la Iglesia de San Miguel y San Julián de Valladolid. No obstante, una de las obras que despierta más la curiosidad es una cruz tardobizantina del siglo XV tallada con gran detalle pese a su pequeño tamaño (apenas diez centímetros de altura).
Dos retablos, el de San Nicolás o de San Miguel y el de San Pedro, ambos de la propia Concatedral de San Pedro, lucen en el penúltimo capítulo, «Caminando en esperanza». Restaurados ambos para la ocasión. vuelven a tener sus colores originales.
El último capítulo de la muestra antes del Epílogo está reservado al románico soriano. Muchos son los ejemplos de este patrimonio, singular en España por su belleza, a lo largo de la provincia. San Juan de Duero, Nuestra Señora de la Vid, la Catedral de Burgo de Osma... dan nombre a claustros y monasterios en torno a los cuales fueron creciendo la fe y la cultura. Los muros de estos templos narran como una «biblia en piedra» los distintos episodios de las Sagradas Escrituras. También las paredes de la Concatedral de San Pedro tienen una gama muy variada de marcas de cantería, pero además conservan inscripciones que dan otras informaciones (por ejemplo, la de un eclipse de sol en el año 1239). Una proyección muestra todos estos detalles en el interior de la Concatedral que el visitante luego puede comprobar «in situ» paseando por su claustro.
Antes de abandonar la exposición se pueden contemplar catorce obras, cada una de ellas representativa de una de las anteriores exposiciones de Las Edades del Hombre. Destaca entre ellas un Nazareno del año 1963 de Venancio Blanco cuyo artista, único que permanece vivo de todos los representados en la muestra, augura una larga vida a este proyecto cultural que con la Concatedral de San Pedro cierra un primer ciclo.