Después de «El gran invierno» la «Primavera albanesa», podría decirse con títulos de Ismaíl Kadaré, de su trayectoria y la de su pueblo, tras años de oscurantismo y hasta el reconocimiento hoy del Príncipe de Asturias de las Letras 2009. Ahora se dice conmovido por el inesperado reconocimiento de España, tras décadas en la lista del Nobel.
Las primeras palabras de uno de los mayores escritores del Balcán fueron una vez más para ABC, quien lo visitó con frecuencia en tiempos menos gloriosos: “La libertad no es lo fundamental para la literatura”, dice resumiendo la atrabiliaria vida de un literato con ínfulas bajo la grotesca dictadura leninista que asoló su país durante décadas.
Desde la Albania cerrada salió al mundo al través del francés, pero no se ha dejado “tentar por mudar de lengua” como Kundera. Reconoce que de una pequeña lengua ha nacido una gran literatura, sin embago “no voy a decir que todas las lenguas sean iguales, y los hispanos poseen indudablemente una gran lengua; pero en términos europeos el albanés tampoco es pequeña, la hablan diez millones de personas”.
«La literatura no es más que un instrumento, una máquina, y yo soy un maquinista»Cosmos literario propioAsegura decirlo “sin ningún patrioterismo”, lo que sí reconoce es que ha sido una lengua aislada, “como la propia Albania” y eso ha conformado también “un cosmos literario propio”; pero con capacidad de hacer universal la pequeña ciudad de Gjirokastra, donde nació: “eso es la literatura. No es más que un instrumento, una máquina, y yo soy un maquinista. Si soy un buen maquinista puedo alcanzar a donde quiera”, dice el autor de obras grandiosas como «El concierto», «El general del ejército muerto» y «Abril roto», obras en que abordó desde la peculiaridad albanesa cuestiones universales.