Varios científicos españoles impulsarán una campaña contra la contaminación lumínica, un problema que ya impide al 99 por ciento de los europeos ver la Vía Láctea desde sus domicilios y que tiene unos grandes efectos negativos sobre las zonas naturales. Esta iniciativa, impulsada desde el Instituto Astrofísico de Canarias, se ha expuesto en la trigésimo tercera reunión que el Comité del Patrimonio Mundial de la Unesco celebra en Sevilla. El investigador de la Estación Biológica de Doñana (CSIC) Juan José Negro, ha explicado que este programa, llamado Startlight, pretende actuar contra la contaminación lumínica, especialmente en espacios naturales protegidos, a los que expedirá certificaciones que avalen que están libres de esta contaminación. Según ha comentado, varios estudios científicos confirman "el impacto negativo" de la polución luminosa no sólo para la actividad científica, en especial la astronomía, sino también para la biodiversidad.
Negro ha subrayado que la lucha "para poder volver a contemplar el cielo" se basa, primero en razones científicas, por la necesidad de defender "espacios para la astronomía". "Se están perdiendo cielos muy valiosos para la ciencia por culpa de la contaminación lumínica y quedan muy pocos sitios aptos para observación astronómica", ha añadido. Aves desorientadas
Un ejemplo sería Sierra Nevada, un espacio natural con los máximos niveles de protección medioambiental, pero en el que la labor científica de los observatorios del Instituto Andaluz de Astrofísica se ve dificultada por la creciente contaminación lumínica. En el polo opuesto se situaría la isla de La Palma, que cuenta con una de las normativas de iluminación más restrictivas para propiciar la actividad de los radiotelescopios ubicados en ella.
Por otro lado, en opinión de Negro, el daño de la contaminación lumínica en la biodiversidad es incuestionable, como demuestran estudios sobre aves migratorias o especies nocturnas. "El impacto de la contaminación lumínica puede llegar a ser muy importante en aves migratorias como los petreles o los albatros, que vuelan por la noche y se desorientan con la iluminación nocturna artificial", ha explicado. La polución luminosa también afecta a las tortugas marinas o a especies de murciélagos, cuyos hábitos nocturnos, sobre todo la alimentación, se alteran por la iluminación artificial.
Esta contaminación daña espacios protegidos emblemáticos, como Doñana, puesel halo lumínico nocturno de ciudades como Sevilla es perceptible a 200 kilómetros de distancia. "Doñana es, seguramente, un espacio natural contaminado lumínicamente por el halo nocturno de las ciudades de su entorno", según Negro. «Un despilfarro»
En su opinión, la defensa de cielos limpios también es una cuestión cultural, pues la observación de la bóveda celeste "ha sido una fuente ancestral de inspiración, de cultura y de ciencia, ya que los astrónomos fueron los primeros científicos de la humanidad y la astronomía ha guiado durante siglos actividades humanas como la navegación".
Starlight aboga también por un uso racional de la energía con una mayor eficiencia de los sistemas de iluminación artificial y la lucha contra el "despilfarro lumínico". Negro evoca el artículo publicado en Nature por el investigador estadounidense Malcolm Smith, titulado "Es tiempo de apagar la luz", y en el que sostiene: "Los humanos tenemos un miedo innato a la oscuridad y las sociedades modernas confían en la luz como una medida de seguridad, pero no hay ninguna evidencia de que el aumento de la iluminación siquiera reduzca el crimen".