viernes, 15 de mayo de 2009

Marco Antonio y Cleopatra


Desde el primer momento de la campaña, Antonio demostró una vez más su total torpeza militar. Octavio tomó la iniciativa; cortó los suministros del ejército enemigo y arrolló en todas las pequeñas escaramuzas que mantuvieron. Todavía no se habían enfrentado en una verdadera batalla y Antonio ya estaba prácticamente derrotado: sus tropas se encontraban cercardas y sin comida, y los soldados desertaban a centenares todas las noches. Desesperado y paranoico, Antonio mandó diezmar a sus propios hombres, torturar hasta la muerte al rey de un pequeño Estado árabe, y despedazar vivo al senador Quinto Póstumo para frenar la descomposición de su ejército: una extravagante manera de levantar la moral de los combatientes. Incluso llegó a creer que Cleopatra quería envenenarle. La reina, que estaba con él en el campo de batalla, se salvó de una muerte cierta gracias a su presencia de ánimo. Le explicó a Antonio que, de haberlo ella querido, le podría haber envenenado mil veces, y mientras decía todo esto se las apañó para emponzoñar subrepticiamente una copa de vino. Cuando Antonio se llevó la copa a los labios, Cleopatra le detuvo e hizo beber el vino aun pobre prisionero, que murió al instante entre horribles dolores. Esta demostración tan espectacular y tan didáctica acabó con los recelos de Antonio por el momento.


(Continuará....) De Rosa Montero