• Los herederos de la reina María de Rumanía recuperan la fortaleza expropiada por el comunismo
Más de seis siglos El castillo de Bran, en el centro de Rumanía, construido en el año 1377. A veces vuelan por sus paredes las sombras alargadas de murciélagos, pero no por eso el castillo de Bran, en el centro de Rumanía, debería infundir más miedo que cualquier otra construcción tan antigua, dicen que del año 1377. Ni son esos murciélagos la prueba definitiva de que la fortificación perteneciera algún día, hace más de cinco siglos, a Vlad Tepes, más conocido como Drácula, convertido después por la imaginación literaria de Bram Stoker en un temible conde vampírico. Pero con vampiros o sin, el castillo de Bran, cerca de la ciudad de Brasov, tiene mucha historia, a la que se ha añadido una nueva página.El Estado rumano firmó ayer un documento que sella la devolución definitiva del alcázar, en un acto protocolario que tendrá lugar el próximo 1 de junio, a los herederos de sus dueños hasta que el Gobierno comunista se lo expropió en 1948. La población local le había regalado la fortificación, entre las regiones de Transilvania y Valaquia, construida para frenar a los turcos otomanos, en los años 20 a la reina María, que lo dejó después a su hija, la princesa Ileana.Infancia en los pasillosDominic de Habsburgo-Lothringen tenía entonces 8 años y pasaba su infancia en los pasillos, escaleras y habitaciones que tanto miedo daban a los visitantes, temerosos de encontrarse ahí con los vestigios del conde Drácula. Ahora, Dominic, nieto de la reina María e hijo de Ileana, es un arquitecto afincado en Nueva York que tendrá que supervisar la conservación de Bran. "Tengo muy buenos recuerdos de los años que pasé ahí. Para mí, recuperar el castillo es muy importante y emotivo", dijo el archiduque cuando hace tres años una nueva ley inició la devolución a los herederos legítimos.El acuerdo entre ambas partes fue que el Estado gestionaría el castillo durante tres años más, plazo que acabará el próximo 1 de junio. Mientras, Bran seguía recibiendo medio millón de visitas anuales en su castillo-museo, turistas atraídos por el reclamo de Drácula pese a que tanto la población como los propietarios han intentando deshacerse, infructuosamente, de esa imagen equivocada de que ahí residió uno de los personajes más temidos y míticos de la ficción. Según los historiadores, Vlad Tepes nunca pisó el castillo de Bran, aunque algunos sostienen que pasó unas noches ahí.Mucha añoranza tampoco debía de tener Dominic de Habsburgo (que durante décadas no pudo regresar a Rumanía), porque desde que se hizo pública la devolución a los Habsburgo (Dominic comparte la herencia con sus hermanas María Magdalena Holzhausen y Elisabeth Sandhofer), la familia lo ha puesto varias veces a la venta. El condado de Brasov se negó a pagar los 60 millones de euros solicitados y parece que el magnate ruso Roman Abramovich, dueño del Chelsea, estuvo a punto de adquirirlo por 50 millones.Finalmente, los Habsburgo tuvieron que desistir de su venta, aunque la pregunta es qué uso le darán al castillo cuando el 1 de junio reciban sus llaves. Nunca les ha gustado su fama draculiana, aunque son conscientes de que es difícil, si no imposible, cambiar la historia. Da igual que sea ficticia.