sábado, 9 de mayo de 2009

Marco Antonio y Cleopatra V


El, en cambio, entró en la historia gracias a Cleopatra: sin la reina de Egipto, hoy no nos acordaríamos de aquel necio romano. Físicamente, Marco Antonio era un hombre espectacular, guapo, fuerte y atlético. Pero dentro de esa hermosa cabeza sólo había bajezas: "Poseía un genio hueco, hinchado, petulante, lleno de vana arroganci y desequilibrada ambición", dice Plutarco. Provenía de una familia pobre, y desde muy joven se dio a la mala vida. Tuvo muchos amantes de ambos sexos, siempre lo peor de cada casa. Jugaba, estaba permanentemente borracho y tiraba el dinero en bacanales absurdas, de manera que sus deudas eran exorbitantes. Llevaba a todas partes una ruidosa corte de rufianes y rameras de baja estofa, y a veces hacía que su carro fuera tirado por leones, porque presumía de ser descendiente de Hércules. Adoraba montar números: en Magnesia, por ejemplo, echó a un pobre ciudadano de su caso y regaló la propiedad al cocinero que había guisado para él en una de sus estruendosas fiestas.


Era zafio, inculto y cuartelero, defectos que le hicieron muy popular entre los soldados. Esa popularidad, unida a su energía y a un par de triunfos militaes, le llevaron al consulado. Cuando asesinaron a César, que era supuestamente su amigo, Antonio convenció a la atribulada viuda, Calpurnia, para que le entregara la fortuna personal de su marido, so pretexto de custodiarla: naturalmente, jamás la devolvió. Y cuando llegó al triunvirato, él y Octavio hicieron una lista de 2.200 enemigos políticos y los mandaron asesinar, quedándose con sus propiedades. Posesía un talante cruel, y era tan disparatado que cabe sospechar que estaba medio loco.


(Continuará......) De Rosa Montero