Cleopatra sabía que por sí sola no podía nada contra Roma. Sus sueños de dominio sólo podrían desarrollarse dividiendo a los romanos, o, mejor aún, incorporando una parte de Roma a ese descomunal proyecto que le calentaba el corazón: el gran imperio egipcio. Su ambicio plan estaba bien diseñado, pero escogió al hombre equivocado. Tal vez no tuvo otra opción; ero tal vez también ella se dejó engañar y embelesar, aun siendo tan inteligente y tan Cleopatra, por la belleza física de Marco Antonio: es un error común en los humanos. En los 10 años que vivieron juntos, ella le fue fiel, le trató aparentemente con cariño y le dio tres hijos.
(Continuará....) De Rosa Montero
