El ajedrez fue ideado en la India, y cuando el monarca hindú Sheram lo conoció, quedó admirado. Al saber que el juego había sido inventado por un súbdito suyo, ordenó que lo llamasen, pues deseaba premiarlo personalmente por su feliz idea.
El inventor se presentó ante el trono del soberano.
- Quiero premiarte dignamente, amigo mío, por el magnífico juego que has ideado - le dijo el monarca-. Dime qué premio quieres lo recibirás.
El inventor le contestó:
- Mi señor, ordena que me den por el primer cuadro del tablero de ajedrez un grano de trigo.
- ¿Un simple grano de trigo? - se asombró el monarca.
- Sí, mi señor. Por el segundo cuadro, ordena que me den 2 granos; por el tercero; 4; por el cuarto, 8; por el quinto, 16; por el sexto, 32....
- Recibirás los granos de trigo por los 64 cuadros del tablero, de acuerdo con tu petición, es decir, correspondiéndole a cada uno el doble que el precedente. Pero ten presente que, pidiendo una recompensa tan insignificante, menosprecias mi gracia.
El inventor se sonrió al salir del salón y se quedó esperando en la puerta del palacio.
Por la tarde, el monarca mandó que preguntaran si se había entregado ya al desatinado inventor del juego su miserable recompensa.
- Señor - le respondieron -, tus matemáticos siguen trabajando sin descanso, y confían en que antes del alba habrán terminado el cálculo.
Por la mañana, los sabios matemáticos de la corte pidieron audiencia para darle una información importante.
- Hemos calculado concienzudamente la cantidad de granos que desea recibir el sabio inventor del ingenioso juego. Esta cantidad es tan grande que satisfacer ese deseo es... imposible. En todos los graneros de palacio no hay la cantidad de granosque pide Zeta. No los hay en todos los graneros de tu reino. Ni en toda la superficie de la Tierra se podría encontrar ese número de granos de trigo. ¿Cómo puede darse esta situación tan sorprendente? ¿Cómo han llegadolos sabios matemáticos del monarca a esa conclusión?.
