miércoles, 11 de marzo de 2009

Joaquín Sorolla y Bastida III




Su amigo Aureliano de Beruete ayudó a Sorolla a introducirse en distintos círculos sociales, tanto intelectuales como mundanos, y su actividad de retratista contribuyó a ampliar sus relaciones: tuvo buena amistad con los reyes de España, con numerosos políticos, con parte de la nobleza y con algunos escritores. Fueron sus modelos, por ejemplo: Alfonso XIII, la reina Victoria Eugenia y el presi­dente de los EE.UU., entre las personalidades políticas, y también Pérez Galdós, Echegaray Cassío, Ramón y Cajal, Baroja, Benavente, Juan Ramón Jiménez, Antonio Machado, Menéndez y Pelayo, Azorín, Ortega y Gasset, Marañón, Emilia Pardo Bazán, Pérez de Ayala, etc. Algunos de ellos fueron retratados para la gale­ría iconográfica de Españoles Ilustres que le encargó A. Huntington.

En 1889 vuelve a París para ver la Exposición Universal: allí descubre a los pintores nórdicos y su peculiar tratamiento de la luz, en el que él basará su propia versión del luminismo: se abre su etapa de consolidación. Su paleta va cobrando nuevos matices en su esfuerzo por plasmar la luz. Surgen nuevas temáticas, como el costumbrismo marinero, el que trata de las gentes del mar, o el realismo social, demandado en los certámenes oficiales. Con el primero conseguirá su primer éxito internacional con La vuelta de la pesca en 1895, con el segundo varias medallas en la Nacionales de 1892, 1895 y 1901, en esta última con una Medalla de Honor.

En 1890 nace su primera hija, María Clotilde; en 1892, su único hijo varón, Joaquín; y en 1895, Elena, su tercera hija.