lunes, 27 de abril de 2009

Viaje a Itaca de 35 nuevos Ulises...

VIAJE A ITACA


Un grupo de madrileños, valencianos, con algún bello sumando bilbaino-burgalés y hasta un encantador huésped italiano, parten el 30 de abril para Itaca, la mítica isla de Odiseo, fecundo en ardides, héroe de la más bella epopeya jamás escrita, la Odisea, de Homero. Fue precisamente la lectura de la Odisea, en unas clases o tertulias, las que originaron, sin saberlo, este viaje: la mayoría de los que participan en él proceden de estas reuniones en que seguían con delectación las aventuras de Odiseo en su pugna por regresar sano a su reino, a su mujer y a su hijo, a su querida patria, Itaca, tras diez años de guerra en Troya y otros tantos al albur de los dioses por el Mediterráneo.
Uno de los asistentes a estas clases, Elies, cantautor valenciano, en parte inspirado por las mismas, dedicó todo su afán a preparar un nuevo disco con textos que evocaran aquella mítica hazaña, vale decir, la del héroe que sale de Troya y tras intensas y procelosas aventuras regresa a Itaca transfigurado y es reconocido por su esposa, la fiel Penélope. Impulsado por el famoso poema de Kavafis, Elies fue componiendo estas canciones en forma de oratorio, o de ópera pop: cada una tiene sentido por sí sola pero a la vez, tanto musical como temáticamente, teje una red de significados con el resto, en una progresión alquímica e iniciática que muchos desvelarán si leen atentamente los poemas que conforman los cantos.
Entre los miembros de estas tertulias homéricas, a modo de Academia platónica o renacentista, dictadas por Ángel García Galiano, coautor de las canciones, se cuenta la catedrática de griego Reyes Alonso: ya con ella algunos pocos privilegiados fueron hace dos años en peregrinación a la isla de Itaca, se reunieron con el alcalde, hicieron libaciones a los dioses, y brindaron por Odiseo el bien nacido, como reza el óstracon que preside el pueblo, sobre los acantilados. Ahora, dos años después, y con la luz del disco en el alma, deciden que qué mejor lugar para su estreno mundial (un disco que se intitula La Luz de Itaca) que la propia patria de Ulises. Dicho y hecho, Reyes habla con el alcalde, se miran las fechas más adecuadas, el alcalde de Itaca cede al cantante y a su grupo de peregrinos la sala Homero, para el recital; luego, ya, el amor por los dioses griegos, su mar y sus islas, la felicidad de la amistad compartida, la magia de la música y el entusiasmo, hacen el resto: casi cuarenta personas viajarán a Itaca con este exclusivo motivo, rendir homenaje al varón de multiforme ingenio, leer la Odisea in situ, especialmente el canto XIII, en que se nos relata cómo Ulises abandona la sin par isla de los feacios, la bella e inalcanzable Esqueria y los ojos de Nausícaa, y en vuelo alcanza las tan lloradas arenas de Itaca, su encuentro con la diosa, Palas Atenea, y el inicio de su nueva aventura una vez en casa: reconquistar el trono, reconquistar a la esposa: él, que ha aprendido a ser Nadie, que ha superado las difíciles pruebas que los dioses y el destino le tenían preparadas para configurar del todo su carácter, debe ahora, a su llegada a Itaca, enfrentarse al reto más grande, más profundo, más inescrutable: sobrevivirse más allá del mito y encarnarse completamente en el humano acontecer, más allá de sus habituales y antiguas e ingeniosas invenciones: hasta poder decir de cada instante: hice bien renunciando a la inmortalidad y a los ardides, pues ahora sé por fin quién soy y cuál es mi destino. Ángel García Galiano