miércoles, 22 de abril de 2009

Dia del LIbro

SHAKESPEARE Y CERVANTES
La muerte unió a dos genios para la inmortalidad
La vida nos sorprende cada día con multitud de coincidencias, hasta el punto de que muchos son los que creen que nuestro paso por el mundo no es más que un puro juego de azar. Y fue el azar, en su expresión más trágica, el que unió para siempre a los dos escritores más leídos, más traducidos y más admirados de la Historia de la literatura. Dos genios, uno en lengua inglesa y otro en castellana, que murieron el mismo día del mismo año. Son William Shakespeare y Miguel de Cervantes

Fue el 23 de abril de 1616. El azar, la inmortalidad o los inescrutables designios del destino unieron para siempre la vida, y sobre todo la muerte, de los dos grandes genios de la literatura universal.
Por un día, Madrid y Stratford on Avon fueron ciudades hermanas, como si toda la energía del cosmos se hubiera concentrado para que Miguel de Cervantes Saavedra y William Shakespeare se despidieran de este mundo a la vez, y nos dejaran un mensaje sobre la grandeza de la literatura, en la que reside la verdad de la vida, su misterio, su secreto y su emoción.
Ese es su principal legado y, para recordarlo, cada 23 de abril se celebra en todo el mundo el Día del Libro.
Pero, ¿por qué Shakespeare y Cervantes son las dos figuras más importantes de la Historia de la literatura? Cada uno es, en su lengua, el más grande creador que ha existido. Cada uno es, dentro de su cultura, el que mejor ha retratado las miserias, bondades, virtudes y defectos del alma humana y del hombre como animal social, que muchos llaman humano. Cervantes en forma de prosa, Shakespeare en forma de drama.
Y la clave de que su obra sea universal e inmortal estriba precisamente en eso, en que los dos reflejaron como nadie el alma humana y, a la vez, crearon personajes literarios más humanos que muchos de carne y hueso. Por eso se les sigue leyendo, por eso son inmortales.
Cervantes lo consiguió en una sola obra. Su Quijote ha pasado a la posteridad por haber retratado fielmente la lucha entre las dos radicales y universales actitudes humanas: el idealismo frente al realismo.
Shakespeare necesitó de varias obras, pues lo suyo era el teatro. En ellas, creó una serie de personajes que han pasado a la posteridad como modelos de los vicios del alma: Hamlet, de la vacilación (la duda), Otelo, de los celos, Yago, de la perversión, Romeo, del amor, o Macbeth, de la ambición desmedida.
Y no hay mejor forma de celebrar la vida y la obra de estos dos genios que leyendo su obra, en la que, pese a los años que han pasado, sigue residiendo la verdad de la vida, si es que existe.
Vida y obra
CERVANTES. Toda obra literaria tiene algo de autobiográfica. La de Cervantes, fue un cúmulo de hechos verdaderamente interesantes, aunque no siempre beneficiosos para él. Le tocó vivir un momento de grandes cambios: nace (en 1547, en Alcalá de Henares), se forma en pleno Renacimiento y vive el arranque del Barroco. Así, sintetiza los aspectos literarios fundamentales del Renacimiento y crea la obra más representativa del Barroco. También practicó la poesía (ensombrecida por su genial obra en prosa) y el teatro, dividido en dos partes: una primera de respeto a las normas clásicas y otra segunda influenciada por la producción de Lope de Vega. De su obra en prosa, destacan también las Novelas ejemplares, la pastoril La Galatea y El Persiles.
SHAKESPEARE. Fue el gran renovador del teatro europeo. Recoge un teatro balbuceante y y lo transforma en espejo de la vida. Nacido en 1564 en Stratford on Avon, fue también empresario teatral. No se conocen muchos datos sobre su vida, aunque sí sobre su obra. La variedad de su temática, de sus personajes y enfoques dejan ver a un observador penetrante, que domina un estilo de rico lenguaje e ingenio verbal.
‘El Quijote’
La lucha por encontrar la verdad de la vida a través de las dos actitudes universales
C. P.Cervantes hizo de una novela de caballerías una obra que, todavía hoy, sigue de plena actualidad. Shakespeare hizo lo propio con sus obras de teatro. Ya hemos apuntado la importancia de la obra de los dos genios.
Ahora vamos a ahondar un poco en la del más cercano para nosotros. El Quijote es la representación más auténtica de la lucha de las dos actitudes humanas, idealismo y realismo, pero no afincadas en dos personajes, sino que se dan una u otra según personas y momentos. Y que se trate de actitudes humanas y no de personjes que encarnen una u otra, es lo que le da un valor universal a la novela.
Así, don Quijote y Sancho no son símbolos que pretendan mostrar o demostrar algo, como ocurre en muchas buenas obras literarias, sino que son personajes concretísimos que se van haciendo según van viviendo literariamente. Es lo mismo que nos ocurre durante nuestra vida, que nos vamos haciendo según va pasando. De ahí que parezcan personajes auténticamente históricos.