Leonardo da Vinci, pintor, escultor, arquitecto, ingeniero e inventor, ha llegado a alcanzar un gran renombre, pero a veces olvidamos su calidad de narrador maravilloso. Pocos como Leonardo han cautivado a su auditorio con la elegancia de su palabra la originalidad de sus cuentos. Esta fábula que os pongo deleitó a oyentes como Ludivico Moro, duque de Milán; Francisco I, rey de Francia,y otros célebres personajes de aquel tiempo.
LA OSTRA Y EL CANGREJO
Hubo una vez cierta ostra que se enamoró de la luna. Y cuando en el cielo resplandecía ésta con su cara redonda, se pasaba las horas muertas con las valvas abiertas, mirándola suspirante y subyagada.
Y sucedió queen cangrejo, desde su puesto de observación, cayó en la cuenta de que la ostra, durante el plenilunio, se abría por completo.
- ¡Tate! ¡Qué ocasión para gustar manjar tan rico!
A la noche siguiente, cuando la encandilada ostra se abrió de nuevo, el cangrejo le echó dentro una piedrecilla.
Todavía la ostra intentó cerrarse en un desesperado intento, mas allí estaba el guijarro para impedirlo.
El final .... es el previsto.
Así sucede a quien abre la boca
para decir su secreto:
cerca habrá un oído interesado
que lo utilizara en su provecho.