Primeros éxitos impresionistas
Estos pequeños éxitos no salvaron a Renoir de la escasez material. Sus ahorros estaban agotados hacía tiempo. Su amigo Bazille, que gozaba de una situación acomodada, le procuró alojamiento en su estudio, y juntos pintaron postales para ganar algo de dinero.Los años posteriores a la perdida guerra francoprusiana fueron sorprendentemente de una gran prosperidad económica en Francia. Los precios de los cuadros aumentaron, y hasta en algunos casos se vendieron pinturas impresionistas por sumas de dinero inesperadamente elevadas. El hombre por cuyas manos pasó buena parte de ese dinero y que contribuyó en gran medida a los primeros éxitos de los pintores de Batignolles fue Paul Durand-Ruel, que demostró tener instinto para apreciar la calidad de aquella pintura y mucha valentía.
Acogió a los pintores rechazados por la crítica oficial y durante estos años compró sus cuadros pacientemente, pese a que debió esperar al futuro para obtener beneficios. En 1870 había conocido en Londres a Pissarro y a Monet y también había descubierto en 1873 a Renoir. Ciertamente no pagaba mucho por sus cuadros, pero para un hombre en la situación de Renoir incluso la más mínima venta era algo importante.
El año 1873, sin embargo, Durand-Ruel se vio obligado a restringir la ayuda que prestaba a Renoir y a sus amigos. Los pintores formaron una "Société anonyme coopérative", y el 15 de abril de 1874, en los locales recién desalojados del fotógrafo Nadar, abrieron su propia exposición. La nueva escuela ya tenía en circulación su mote de impresionistas.
En abril de 1876 los impresionistas expusieron juntos por segunda vez, en esta ocasión en la galería de Durand-Ruel, pero la crítica tampoco fue favorable.
En abril del año siguiente, expusieron por tercera vez y, por primera vez, se llamaron a ellos mismos por ese mote. Pero una vez más los críticos de los periódicos más importantes se burlaron y nadie compró.
Renoir no presentaría nada a las exposiciones de los impresionistas de los años 1879, 1880 y 1881. Entre él y sus viejos camaradas había desacuerdos, que en parte tenían que ver con la política. Él detestaba el anarquismo de algunos pintores como Jean François y Armand Guillaumin, y tampoco compartía las ideas socialistas de Pissarro.