En 1952 el italiano Paolo Ricci edita un volumen anónimo de versos titulado “Los versos del capitán“ en una edición limitada de 44 ejemplares. Como único prólogo del libro aparece una carta firmada por una tal Rosalía de la Cerda, escrita en La Habana, Cuba, explicando que envía al editor Paolo Ricci una serie de poemas que había escrito para ella un excombatiente del bando republicano en la Guerra Civil Española. El soldado y ella, que hacía una gira como artista en la frontera entre España y Francia, se habían conocido al finalizar la guerra y habían vivido una historia de amor cuyo testimonio son los poemas que forman parte de Los versos del capitán.
Este prólogo, completamente falso en cuanto a datos históricos, fue inventado por Pablo Neruda – o quizá por su pareja de entonces, Matilde Urrutia – porque en aquel momento el poeta prefería mantener el anonimato del libro y no quería herir a la que aún era su esposa, Delia del Carril, de la que se encontraba en proceso de separación.
“La única verdad es que no quise, durante mucho tiempo que esos poemas hirieran a Delia, de quien me separaba. Delia del Carril, pasajera suavísima, hilo de acero y miel que ató mis manos en los años sonoros, fue para mí durante dieciocho años una ejemplar compañera”
El nacimiento de Los Versos del Capitán, que Pablo Neruda cuenta en “Confieso que he vivido", es el siguiente: En 1945 Pablo Neruda fue elegido senador. En 1948 es expulsado por el gobierno de Cabriel Gonzáles de Videla y en 1949 busca el exilio con su mujer, la pintora Delia del Carril. En México padeció de flebitis y a su cama enferma llegó una chillaneja llamada Matilde Urrutia para cuidarlo y ocuparse de las tareas de casa. Es entonces, cuando a espaldas de su esposa, Pablo Neruda comienza una relación secreta con Matilde. Viven un amor furtivo amparado por el contubernio. Invitó a su amante a París, a Alemania la hizo invitar como “cantante” al Festival Mundial de la Juventud. A la Unión Soviética la lleva como “amante” de Nicolás Guillén.
El 30 de enero de 1952, desde el puerto de Gotemburgo, Neruda envía a su mujer Delia a Chile. Esa relación ya estaba clínicamente muerta. Fueron 20 años de matrimonio junto a Neruda, de los que Delia del Carril confiesa que “lo más fuerte que me queda es una desilusión".
Meses después, el italiano Erwin Cerio le ofrece a Neruda su casa en la isla de Capri. Neruda llega una noche con Matilde Urrutia. La chimenea está encendida, la mesa puesta. Mejor escuchemos a los amantes. Matilde está excitada:
“Nuestra primera comida en ella, nuestra primera noche en ella. Sería tonto describirla, jamás llegaría a encontrar las palabras para dar la mínima idea de lo que fue. Solamente diré de aquella y de aquella noche: ¡qué fiesta!” Y Neruda: “Toda la noche he dormido contigo / junto al mar, en la isla./ Salvaje y dulce eras entre el placer y el sueño, /entre el fuego y el agua“.
Al amanecer abren las ventanas, descubren una terraza enorme y un bosque frondoso lleno de musgo, más allá, la playa. Un día de luna llena Neruda le entrega un anillo donde se lee “ Capri ,3 de mayo ,1952, Su Capitán“. Allí, en el bungalow blanco sobre los acantilados, escribió Neruda “Los Versos del Capitán“. Matilde los deposita en una caja de madera con costras de nácar. Viajan a Nápoles y visitan a Gabriela Mistral, que era cónsul en ese momento. El pintor Paolo Ricci le propuso entonces publicar “Los Versos del Capitán”. La idea se gestó rápidamente. El Partido Comunista italiano asumió los gastos,5000 liras por subscritor, como un homenaje al “compañero, al exiliado y al poeta”. En la última página del libro se menciona a cada uno de los distinguidos colaboradores: Luchino Visconti, GiulioEinaudi, el escritor Carlo Levi, el famoso pintor Renato Gattuso, el poeta Dalvatorre Quasimodo, la novelista Elsa Morante y el escritor Jorge Amado, entre otros.
La primera edición salió el 8 de julio de 1952 de la imprenta Arte Tipográfico de Nápoles con papel marfil hecho a mano, la tipografía Bodoni e ilustraciones de Ricci. En la portada, la cabeza de una medusa. Tuvo una tirada de 44 ejemplares y fue publicado como anónimo. Se le consideró clandestino a pesar que media Italia, sus colaboradores, estaba involucrada en el libro. Por lo demás, el libro fue celebrado por todo lo alto en Capri, con sus numerosos amigos en “una mesa florida, frutti di mare, y vino transparente como el agua”.
“Espero./ Entonces en un salto / de fuego, sangre, dientes,/ de un zarpazo derribo / tu pecho, tus caderas./ Bebo tu sangre, rompo / tus miembros uno a uno.”
Diez años más tarde, el poeta reconoció la paternidad de la obra. “… revelar su progenitura era desnudar la intimidad de su nacimiento.”, “Y no me parecía que tal acción fuera leal a los arrebatos de amor y furia, al clima desconsolado y ardiente del destierro que le vio nacer.”
El libro Los versos del capitán no es, por tanto, el testimonio de un soldado republicano enamorado de una artista de la frontera, sino el reflejo de los inicios de la relación amorosa entre Neruda y Matilde, el dolor de sus separaciones, el placer de sus encuentros y la necesidad y dificultades de conjugar amor con la militancia política del poeta. Su gran amor murió en Santiago de Chile en 1985, victima de un cáncer generalizado.
Neruda dividió el libro en siete partes. Las cinco primeras se titulan “El amor”, “El deseo”, “Las furias”, “Las vidas” y “Oda y germinaciones”. A continuación sigue un largo poema, llamado “Epitalamio”, que significa “poema escrito para celebrar una boda”, y, por último, el poema más largo, “La carta en el camino”. La clave de la estructura de este libro está en el poema “Epitalamio”, canto de bodas. En él celebra el poeta la unión con su amada, que ha pasado previamente por las cinco etapas de noviazgo descritas en cada capítulo. Celebrada la unión, el último poema, “La carta en el camino”, es el poema de la separación, contrapunto necesario a todo enamoramiento.
Podéis leer la Introducción original de Rosalía de la Cerda y la explicación posterior de Pablo Neruda, así como los Versos del Capitán, en: Biblioteca Digital Ciudad Selva
Os dejo a continuación con uno de los poemas que más me agrandan y que tengo incluido en mi viejo cuaderno de fragmentos literarios para olvidar:
La Reina
Yo te he nombrado reina.
Hay más altas que tú, más altas.
Hay más puras que tú, más puras.
Hay más bellas que tú, hay más bellas.
Pero tú eres la reina.
Cuando vas por las calles
nadie te reconoce.
Nadie ve tu corona de cristal, nadie mira
la alfombra de oro rojo
que pisas donde pasas,
la alfombra que no existe.
Y cuando asomas
suenan todos los ríos
en mi cuerpo, sacuden
el cielo las campanas,
y un himno llena el mundo.
Sólo tú y Yo,
sólo tú y yo, amor mío,
lo escuchamos.