El veterano artista valenciano ha vuelto esta semana a meterse en un aula con un grupo de artistas jóvenes pero "ya hechos", una actividad a la que empezó a dedicarse hace unos años y que este verano le ha llevado a la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (UIMP).
No se considera un profesor, sino un pintor de larga experiencia dispuesto a intercambiar ideas aunque, según ha confesado hoy a los periodistas, piensa que los cinco días que dura su taller deberían multiplicarse y que el horario medido no le va bien a una actividad que -también de eso está convencido- va a crecer y a mejorar en próximas citas.
Juan Genovés vivió una infancia marcada por la Guerra Civil y la postguerra, formó parte desde su juventud de colectivos artísticos comprometidos con su tiempo, militó en el Partido Comunista y pasó una semana encerrado en la Dirección General de Seguridad, en 1976, por un cartel que pedía la amnistía para los presos políticos, en el que utilizó un cuadro que se convirtió en todo símbolo, "El abrazo".
A sus 79 años, cuando se le pregunta si ve ese mismo compromiso en los jóvenes, encadena halagos: "A la gente joven la tengo de mi lado. Eso es algo que se nota. Es maravillosa y muy preparada, más que nosotros. La sensibilidad ha aumentado muchísimo, a pesar de lo que se diga", ha dicho.
"Pintar en el siglo XXI es algo muy fuerte", ha subrayado el artista valenciano, antes de explicar que una imagen fotográfica, un imagen cinematográfica y una imagen plástica pintada a mano no pueden ser lo mismo y que pintar es ahora resistencia.
Los pintores han resistido y, a su juicio, lo seguirán haciendo. "Estamos ganando, la pintura vuelve a ser el seguir el pulso del creador", ha asegurado para expresar a continuación su rechazo a la idea de que ésta es una sociedad rápida y, por tanto, la pintura también tiene que serlo.
Para desmentir esa creencia, ha argumentado que el día tiene veinticuatro horas, igual que en el Renacimiento y ha aportado como prueba que "el 90 por ciento de la población se pase cinco horas delante del televisor. Hay mucho mito".
Todo el arte le parece interesante, del mismo modo que considera que "toda persona humana en el fondo lo es" pero también que mientras la ciencia progresa, el arte sólo cambia y nunca se repite, porque es hijo de su tiempo.
El espectador es, en su opinión, el que hace la obra, que no existe si nadie la mira y no son los creadores, desde su punto de vista, los más adecuados para hablar de sus obras. "Yo no puedo hablar de mis pinturas. Además el artista casi nunca dice la verdad cuando habla de ellas. Hasta a veces me ha sorprendido un niño, que ve cosas que ni yo imaginaba".
"Tenemos demasiado sacralizados a los artistas", ha añadido Genovés, quien ha afirmado que si estuviera contemplando "Las Meninas" y el mismo Velázquez viniera a explicárselas, le pediría que se apartara y le dejase mirar. "No nos damos cuenta de lo mágico que es un cuadro. Se está moviendo pero está quieto, tiene sonido pero mudo, hay gritos pero mudos. Para mí es como magia", ha confesado.