D. Baldomero Carrascosa, se apeo del tren en la estación de Atocha, hacia una mañana gris, plomiza. Se atuso un poco el traje y envolviéndose en la capa se dijo : ¡ aquí empieza mi gloria !. Nada mas adentrarse en la urbe metropolitana comenzó su búsqueda por encontrar una pensión, pero como le habían dicho sus padres, que fuese decente, aunque los ahorros que traía le parecían un capital, pues era el ahorro que su madre había ido juntando durante la ultima década. La verdad es que no era para echar cohetes.
Localizo una en la calle Atocha, dos pesetas a la semana, con comida y cena, gracias a que la dueña, doña Engracia, por esas casualidades de la vida, era de la misma comarca que Baldomero.