Hizo amistad con un joven escritor, Luís Bruchet, autor de varias obras publicadas en la colección La Novela Semanal; y con un veterano músico de la orquesta del Teatro Apolo, Gumersindo Lavilla, quien siempre recordaba en cuanto tenia gente al rededor suyo que había estado bajo la batuta del gran Barbieri. Para los parroquianos del café, era don Gumer, y aceptaban de buena gana sus sueños.
Cierta tarde, en una mesa del fondo del café, Luís le comento a Carrascosa su necesidad de conseguir dinero con el que salir de ciertos pagos, para lo cual tenia una solución.
Tenia un texto que con ciertos arreglos y añadiéndole los correspondientes cantables podría convertirse en una obrita lírica. A Carrascosa la oportunidad de poder dar rienda suelta a toda aquella música que llevaba en la cabeza, le pareció su comienzo en el mundo artístico en el que ansiaba triunfar, ¡ triunfar en los teatros de Madrid !