«Tú no crees en mí», observó el fantasma.
«No, yo no», dijo Scrooge.
«¿Qué otra demostración quieres de mi existencia, además de la de tus sentidos?»
«No lo sé», dijo Scrooge.
«¿Por qué dudas de tus sentidos?»
«Porque», dijo Scrooge, «cualquier cosa les afecta. Un ligero desarreglo intestinal les hace tramposos. Puede que tú seas un trocito de carne indigestada, o un chorrito de mostaza, una migaja de queso, un fragmento de patata medio cruda. ¡Hay en ti más salsa de carne que carne de tumba, seas quien seas!».
Scrooge no tenía mucha costumbre de hacer chistes y en modo alguno se sentía gracioso entonces. La verdad es que intentaba estar ingenioso para distraerse y dominar el terror que le invadía; la voz del espectro le removía hasta la médula de los huesos. Scrooge presentía que iba a desmoronarse si seguía sentado en silencio, sin apartar la mirada de aquellos ojos inmóviles, vítreos. También había algo muy espantoso en el halo infernal que envolvía al espectro. Scrooge no podía verlo, pero se notaba claramente, pues aunque el fantasma estaba sentado en perfecta inmovilidad, su cabello, faldones y borlas seguían agitándose como por el vapor caliente de un horno.
«¿Ves este palillo de dientes?», dijo Scrooge volviendo con rapidez a la carga por el motivo ya señalado y deseando apartar de sí, aunque fuera tan sólo un segundo, la petrificada mirada de la aparición.
«Lo veo», replicó el fantasma.
«No lo estás mirando», dijo Scrooge.
«Pero lo veo», dijo el fantasma, «de todos modos».
«¡Bueno!», prosiguió Scrooge. «Sólo tengo que tragármelo y el resto de mis días me veré perseguido por una legión de diablos, todos de mi propia creación. ¡Tonterías! Eso es lo que te digo, ¡tonterías!»
En ese momento el espíritu lanzó un espeluznante quejido y sacudió la cadena con un ruido tan lúgubre y aterrador que Scrooge tuvo que agarrarse a los brazos del sillón para no caer desvanecido. Pero el espanto fue todavía mayor cuan do al quitar el fantasma la venda que enmarcaba su rostro, como si dentro de la casa le sofocara el calor, ¡se le desmoronó la mandíbula inferior sobre el pecho! Scrooge cayó de rodillas y, con manos entrelazadas, imploró ante él:
«¡Piedad!», exclamó. «Horrenda aparición, ¿por qué me atormentas?»
«¡Materialista!», replicó el fantasma. «¿Crees o no crees en mí?»
«Sí, sí», dijo Scrooge. «Por fuerza. Pero ¿por qué los espíritus deambulan por la tierra y por qué tienen que aparecerse a mí?»
«Está ordenado para cada uno de los hombres que el espíritu que habita en él se acerque a sus congéneres humanos y se mueva con ellos a lo largo y a lo ancho; y si ese espíritu no lo hace en vida, será condenado a hacerlo tras la muerte. Quedará sentenciado a vagar por el mundo -¡ay de mí! y ser testigo de situaciones en las que ahora no puede participar, aunque en vida debió haberlo hecho para procurar felicidad. El espectro volvió a lanzar otro alarido, sacudió la cadena y se retorció con desesperación sus manos espectrales.
«Estás encadenado», dijo Scrooge tembloroso. «Cuéntame por qué».
«Arrastro la cadena que en vida me forjé», repuso el fantasma. «Yo la hice, eslabón a eslabón, yarda a yarda; por mi propia voluntad me la ceñí y por mi propia voluntad la llevo. ¿Te resulta extraño el modelo?» Scrooge cada vez temblaba más.
«¿O ya conoces», prosiguió el fantasma, «el peso y la longitud de la apretada espiral que tú mismo arrastras?
Hace siete Navidades ya era tan pesada y tan larga como ésta. Desde entonces, has trabajado en ella aún más. ¡Tienes una cadena impresionante!»
Scrooge miró de reojo a su alrededor como si esperase encontrarse rodeado por cincuenta o sesenta brazas de cadenas, pero no vio nada.
«Jacob», dijo implorante. «Querido Jacob Marley, cuéntame más. Dime algo tranquilizador, Jacob».
«No puedo», contestó el fantasma. «Eso tiene que venir de otras regiones, Ebenezer Scrooge, y son otros ministros quienes lo aplican a otra clase de personas. Tampoco puedo decirte todo lo que quisiera; sólo un poquito más me está permitido. Yo no tengo reposo, no puedo quedarme en ninguna parte, no puedo demorarme. Mi espíritu nunca salió de nuestra contaduría -¡óyeme bien!-, en vida mi espíritu jamás se aventuró más allá de los mezquinos límites de nuestro tugurio de cambistas. ¡Y ahora me esperan jornadas agotadoras! »
Siempre que se ponía meditabundo, Scrooge tenía la costumbre de meter las manos en los bolsillos de los pantalones. Así lo hizo ahora, pero sin alzar la mirada y sin ponerse en pie, mientras ponderaba las palabras del fantasma.
«Has debido estar un poco torpe, Jacob, comentó Scrooge con tono de negociante profesional, aunque con humildad y deferencia.
«¡Torpe!», repitió el fantasma.
«Siete años muerto», musitó Scrooge, «¿y viajando todo el tiempo?
«Todo el tiempo», dijo el fantasma. «Sin descanso, sin paz, con la incesante tortura de los remordimientos»
«¿Viajabas rápido?», dijo Scrooge.
«En las alas del viento», contestó el fantasma.
«Has debido pasar por encima de muchos terrenos en siete años», dijo Scrooge.
Al oír esto el fantasma dio otro alarido y restalló la cadena en el silencio de muerte de la noche, con tal estrépito que la Patrulla Nocturna habría tenido toda la razón si le hubiera denunciado por escándalo público.
«¡Oh! cautivo, preso, aherrojado», gimió el fantasma, «¡sin saber que son necesarios años y años de incesante labor de criaturas inmortales para que esta tierra entre en la eternidad después de haber hecho en ella todo el bien que sea posible. Sin saber que todo espíritu cristiano, actuando caritativamente en su pequeña esfera, sea la que sea, se encontrará con que su vida mortal es demasiado breve para sus grandes posibilidades de servicio.
Sin saber que ninguna clase de arrepentimiento podrá enmendar la oportunidad perdida en vida! ¡Y ése fui yo! ¡Ay, eso me sucedió!»
«Pero tú siempre fuiste un buen hombre de negocios, Jacob, balbuceó Scrooge, que ahora empezaba a aplicarse el cuento.
«¡Negocios!», exclamó el fantasma entrelazando otra vez las manos. «El género humano era asunto mío. El bienestar general era negocio mío; la caridad, compasión, paciencia y benevolencia eran todas de mi incumbencia. Mis relaciones comerciales no eran más que una gota de agua en el anchuroso océano de mis asuntos».
Levantó la cadena con el brazo extendida, como si ella fuera la causa de su irreparable dolor, y la tiró con violencia contra el suelo.
«En esta época del año es cuando sufro más», dijo el espectro. «¿Por qué habré andado entre la multitud de mis semejantes con la mirada baja, sin alzar nunca mis ojos hacia esa bendita Estrella que guió a los Santos Reyes hasta el humilde portal? ¡Como si no existieran hogares a los que me hubiera podido conducir su luz!»
Al oír al espectro expresarse en aquellos términos, Scrooge se sentía sumamente acongojado y empezó a temblar como una hoja.
«¡Escúchame!», exclamó el fantasma. «Mi tiempo se acaba».
«Lo haré», dijo Scrooge, «¡pero no seas cruel! ¡No te pongas poético, Jacob! ¡Te lo suplico!»
«No podría decirte cómo me aparezco ante ti de manera visible, pero he estado sentado a tu lado, invisible, durante días y días».
No era una idea muy agradable. Scrooge se estremeció y enjugó el sudor de su frente.
«Y no es una parte ligera de mi penitencia», prosiguió el fantasma. «Esta noche estoy aquí para advertirte que aún te queda una oportunidad para escapar a un destino como el mío. Una oportunidad, una esperanza que yo te he conseguido, Ebenezer».
«Siempre fuiste un buen amigo», dijo Scrooge. «¡Gracias!
«Vas a ser hechizado por Tres Espíritus», continuó el fantasma.
El semblante de Scrooge se quedó casi tan desencajado, como el del fantasma.
«¿Era eso la oportunidad y la esperanza que mencionaste, Jacob?», preguntó con voz quebrada.
«Lo es».
«Yo..., yo casi estoy pensando que mejor no», dijo Scrooge.
«Sin esas visitas», dijo el fantasma, «no tendrás esperanza de evitar un destino como el mío. El primero vendrá mañana, cuando las campanas den la una».
«¿No podrían venir los tres y acabar de una vez, Jacob?», insinuó Scrooge.
«Espera al segundo a la noche siguiente a la misma hora. El tercero, a la siguiente noche, cuando se extinga la vibración de la última campanada de las doce. No volverás a verme y, por la cuenta que te sigue, ¡recuerda todo lo que ha sucedido entre nosotros!»
Tras pronunciar estas palabras, el espectro recogió el pañuelo de encima de la mesa y se lo volvió a enrollar bajo la mandíbula, tal como lo tenía antes. Scrooge supo que así lo había hecho por el sonido de los dientes al chocar cuando el vendaje volvió a juntar las mandíbulas. Se atrevió a levantar la mirada otra vez y se encontró con el visitante sobrenatural encarándole en actitud erguida, con la cadena enroscada al brazo. La aparición se alejó retrocediendo y a cada paso que daba la ventana se iba abriendo poco a poco, de manera que al llegar el espectro estaba abierta de par en par. Le hizo señas a Scrooge para que se aproximase y éste así lo hizo. Cuando estaba a dos pasos de distancia, el fantasma de Marley levantó la mano para advertirle que no siguiera acercándose. Scrooge se detuvo. Se detuvo más por miedo y sorpresa que por obediencia: nada más levantar la mano comenzaron a oírse extraños ruidos; sonidos incoherentes de lamentación y pesar; quejidos de indecible arrepentimiento y compunción. El espectro, tras escuchar por un momento, se unió al macabro gorigori y salió flotando hacia la negra y siniestra noche. Scrooge continuó hasta la ventana con desesperada curiosidad. Se asomó. Por el aire se movían sin descanso, de un lado a otro, numerosísimos fantasmas que gemían al pasar. Todos llevaban cadenas como las del fantasma de Marley; unos cuantos (tal vez gobiernos culpables) iban encadenados en grupo; ninguno estaba libre de cadenas. Scrooge había conocido en vida a muchos de ellos. Había tenido bastante relación con un viejo fantasma que llevaba un chaleco blanco y una monstruosa caja de caudales atada al tobillo, que lloraba compungido porque le era imposible auxiliar a una desdichada mujer con un hijito, a la que estaba viendo allá abajo apoyada en el quicio de la puerta. Claramente se percibía que el tormento de todos ellos consistía en que deseaban intervenir, para bien, en situaciones humanas, pero habían perdido para siempre la capacidad de hacerlo.
Scrooge no sabría decir si aquellas criaturas se disolvieron en la niebla o si la niebla les ocultó, pero ellos y sus voces espectrales desaparecieron a la vez. La noche volvió a ser como cuando él llegó a su casa. Cerró la ventana y examinó la puerta que había cruzado el fantasma. Seguía con el doble cierre que había echado con sus propias manos y los cerrojos estaban intactos. Intentó decir «¡Tonterías!», pero se quedó en la primera sílaba. Estaba extenuado y, ya sea por las emociones vividas, las fatigas del día, los atisbos del Mundo Invisible, la sombría conversación con el fantasma o lo tardío de la hora, se fue directamente a la cama, sin desvestirse, y se quedó dormido al instante.
(Continuará....)
miércoles, 31 de diciembre de 2008
¡¡¡ Feliz Noche Vieja!!!
martes, 30 de diciembre de 2008
Cuento de Navidad V
Se podría hablar por hablar sobre la manera de conducir una diligencia de seis caballos por un buen tramo de viejas escaleras o a través de una mala y reciente Ley del Parlamento, pero sí digo de veras que se podría subir por aquellas es caleras con una carroza fúnebre y ponerla a lo ancho, con el balancín hacia la pared y la puerta hacia la balaustrada; y se podría hacer con facilidad. Había anchura suficiente y aun sobraría sitio; tal vez por esta razón, Scrooge pensó que veía moverse delante de él, en la penumbra, un coche de pompas fúnebres. Media docena de lámparas de gas del alumbrado público no hubieran sido excesivas para iluminar la entrada de la casa, de manera que se puede imaginar la oscuridad que había con la vela de sebo de Scrooge.
Siguió subiendo sin importarle un comino: la oscuridad es barata y a Scrooge le gustaba. Pero antes de cerrar su pesada puerta recorrió las habitaciones para ver si todo estaba en orden; deseaba hacerlo porque seguía recordando el rostro.
Cuarto de estar, dormitorio, trastero. Todo como debía estar. Nadie bajo la mesa, nadie bajo el sofá; una pequeña lumbre en la parrilla de la chimenea; cuchara y bol preparados; y sobre la repisa de la chimenea el cacillo de las gachas (Scrooge estaba resfriado). Nadie bajo la cama; nadie dentro del armario; nadie metido en su bata, que colgaba contra la pared en actitud sospechosa. El trastero, como de costumbre; el viejo guardafuegos, zapatos viejos, dos cestas de pesca, un palanganero de tres patas y un atizador.
Bastante satisfecho, cerró su puerta y se atrancó por dentro echando un doble cierre, cosa que no solía hacer. Así, a salvo de sorpresas, se quitó la corbata, se puso la bata y las zapatillas, el gorro de dormir y se sentó junto al fuego para tomarse las gachas. Era una lumbre muy débil para una noche tan cruda. No tuvo más remedio que arrimarse a ella como si estuviera incubando, para sacar de aquel puñadito de combustible la mínima sensación de calor. La chimenea era antigua, construida hacía mucho tiempo por algún comerciante holandés, y todo su contorno estaba alicatado con pintorescos azulejos holandeses que ilustraban las Sagradas Escrituras. Había Caínes y Abeles, hijas del Faraón, reinas de Saba, mensajeros angélicos descendiendo por el aire sobre nubes como colchones de plumas, Abrahanes, Baltasares, Apóstoles zarpan do en barcos de mantequilla, cientos de imágenes para distraer sus pensamientos; sin embargo, aquel rostro de Marley, muerto siete años antes, venía como el antiguo callado del Profeta y se lo tragaba todo. Si cada uno de los lisos azulejos hubiese estado en blanco y Scrooge hubiese tenido la facultad de representar en su superficie alguna figura extraída de los dispersos fragmentos de su pensamiento, en cada uno de ellos habría aparecido una copia de la cabeza del viejo Marley.
«¡Tonterías!», dijo Scrooge, y empezó a caminar por la habitación. Dio varias vueltas y volvió a sentarse. Al apoyar la cabeza en el respaldo de la butaca, su mirada fue a posarse sobre una campanilla, una campanilla fuera de use que colgaba en el cuarto y, con algún propósito ahora olvidado, co municaba con un aposento situado en el piso más alto del edificio. Con gran sorpresa y con un miedo extraño, inexplicable, cuando la estaba mirando vio que la campanilla co menzaba a oscilar. Al principio se balanceaba tan poco que apenas hacía ruido, pero pronto repicó fuerte, y también lo hicieron todas las demás campanillas de la casa.
La cosa debió durar medio minuto, tal vez un minuto, pero pareció una hora. Las campanillas enmudecieron igual que habían sonado: a la vez. Luego siguió un ruido estridente que venía de muy abajo, como si una persona estuviese arrastrando una pesada cadena sobre los barriles de la bodega del vinatero. Entonces Scrooge recordó hacer oído que en las casas embrujadas los fantasmas arrastraban cadenas. La puerta de la bodega se abrió de repente con un estruendo, y Scrooge oyó aquel ruido con más claridad en los pisos de abajo; luego, subiendo por las escaleras y, seguidamente, aproximándose directamente hacia su puerta.
«¡Siguen siendo tonterías!», dijo Scrooge. «¡No me lo puedo creer! »
No obstante, se le demudó el color cuando, sin pausa, aquello atravesó la pesada puerta y se quedó en la habitación ante sus ojos. Cuando estaba entrando, las mortecinas llamas saltaron como si exclamasen: «¡Le conocemos! ¡Es el fantasma de Marley!», y volvieron a decaer.
El mismo rostro, el mismísimo. Marley como siempre, con su coleta, chaleco, calzas y botas; las borlas de las botas tiesas y erectas, al igual que la coleta, los faldones de la levita y los caballos. La cadena que arrastraba la ceñía por medio cuerpo; era larga y se le enroscaba como una cola; estaba hecha (Scrooge la observó atentamente) con arquillas para di nero, llaves, candados, libros de contabilidad, escrituras de compraventa y pesadas talegas de acero. Su cuerpo era tan transparente que al observarlo y mirar a través de su chaleco, Scrooge podía ver los dos botones de la espalda de la levita.
Scrooge había oído decir frecuentemente que Marlcy no tenía entrañas, pero nunca se lo había creído hasta ahora. No, ni siquiera ahora se lo creía. Aunque miraba al fantasma de arriba abajo y la veía de pie ante él; aunque percibía el escalofriante influjo de sus ojos, mortalmente fríos; aunque observó incluso la textura del paño doblado que le enmarcaba la cara, desde la barbilla hasta la cabeza, envoltura que no había notado antes..., aún seguía incrédulo y luchaba contra sus propios sentidos.
«¿Qué significa esto?», dijo Scrooge, cáustico y frío como nunca. «¿Qué se le ha perdido aquí?»
«¡Mucho!» Era la voz de Marley, sin la menor duda.
«¿Quién eres tú?»
«Pregúntame quién fui».
«Pues ¿quién fuiste?», dijo Scrooge alzando la voz. «Eres puntilloso... como sombra». Iba a decir «para ser una sombras, pero le pareció más apropiado lo otro.
«En vida yo fui tu socio: Jacob Marley».
«¿Puedes... puedes sentarte?», preguntó Scrooge, mirándole dubitativamente.
«Sí puedo».
«Entonces, hazlo».
Scrooge había formulado la pregunta porque no sabía si un fantasma tan transparente podía estar en condiciones de tomar asiento; presentía que, en caso de que le resultara imposible, tal vez se haría necesaria una explicación embarazosa. Pero el fantasma se sentó al otro lado de la chimenea como si estuviera acostumbrado.
(Continuará.....)
Siguió subiendo sin importarle un comino: la oscuridad es barata y a Scrooge le gustaba. Pero antes de cerrar su pesada puerta recorrió las habitaciones para ver si todo estaba en orden; deseaba hacerlo porque seguía recordando el rostro.
Cuarto de estar, dormitorio, trastero. Todo como debía estar. Nadie bajo la mesa, nadie bajo el sofá; una pequeña lumbre en la parrilla de la chimenea; cuchara y bol preparados; y sobre la repisa de la chimenea el cacillo de las gachas (Scrooge estaba resfriado). Nadie bajo la cama; nadie dentro del armario; nadie metido en su bata, que colgaba contra la pared en actitud sospechosa. El trastero, como de costumbre; el viejo guardafuegos, zapatos viejos, dos cestas de pesca, un palanganero de tres patas y un atizador.
Bastante satisfecho, cerró su puerta y se atrancó por dentro echando un doble cierre, cosa que no solía hacer. Así, a salvo de sorpresas, se quitó la corbata, se puso la bata y las zapatillas, el gorro de dormir y se sentó junto al fuego para tomarse las gachas. Era una lumbre muy débil para una noche tan cruda. No tuvo más remedio que arrimarse a ella como si estuviera incubando, para sacar de aquel puñadito de combustible la mínima sensación de calor. La chimenea era antigua, construida hacía mucho tiempo por algún comerciante holandés, y todo su contorno estaba alicatado con pintorescos azulejos holandeses que ilustraban las Sagradas Escrituras. Había Caínes y Abeles, hijas del Faraón, reinas de Saba, mensajeros angélicos descendiendo por el aire sobre nubes como colchones de plumas, Abrahanes, Baltasares, Apóstoles zarpan do en barcos de mantequilla, cientos de imágenes para distraer sus pensamientos; sin embargo, aquel rostro de Marley, muerto siete años antes, venía como el antiguo callado del Profeta y se lo tragaba todo. Si cada uno de los lisos azulejos hubiese estado en blanco y Scrooge hubiese tenido la facultad de representar en su superficie alguna figura extraída de los dispersos fragmentos de su pensamiento, en cada uno de ellos habría aparecido una copia de la cabeza del viejo Marley.
«¡Tonterías!», dijo Scrooge, y empezó a caminar por la habitación. Dio varias vueltas y volvió a sentarse. Al apoyar la cabeza en el respaldo de la butaca, su mirada fue a posarse sobre una campanilla, una campanilla fuera de use que colgaba en el cuarto y, con algún propósito ahora olvidado, co municaba con un aposento situado en el piso más alto del edificio. Con gran sorpresa y con un miedo extraño, inexplicable, cuando la estaba mirando vio que la campanilla co menzaba a oscilar. Al principio se balanceaba tan poco que apenas hacía ruido, pero pronto repicó fuerte, y también lo hicieron todas las demás campanillas de la casa.
La cosa debió durar medio minuto, tal vez un minuto, pero pareció una hora. Las campanillas enmudecieron igual que habían sonado: a la vez. Luego siguió un ruido estridente que venía de muy abajo, como si una persona estuviese arrastrando una pesada cadena sobre los barriles de la bodega del vinatero. Entonces Scrooge recordó hacer oído que en las casas embrujadas los fantasmas arrastraban cadenas. La puerta de la bodega se abrió de repente con un estruendo, y Scrooge oyó aquel ruido con más claridad en los pisos de abajo; luego, subiendo por las escaleras y, seguidamente, aproximándose directamente hacia su puerta.
«¡Siguen siendo tonterías!», dijo Scrooge. «¡No me lo puedo creer! »
No obstante, se le demudó el color cuando, sin pausa, aquello atravesó la pesada puerta y se quedó en la habitación ante sus ojos. Cuando estaba entrando, las mortecinas llamas saltaron como si exclamasen: «¡Le conocemos! ¡Es el fantasma de Marley!», y volvieron a decaer.
El mismo rostro, el mismísimo. Marley como siempre, con su coleta, chaleco, calzas y botas; las borlas de las botas tiesas y erectas, al igual que la coleta, los faldones de la levita y los caballos. La cadena que arrastraba la ceñía por medio cuerpo; era larga y se le enroscaba como una cola; estaba hecha (Scrooge la observó atentamente) con arquillas para di nero, llaves, candados, libros de contabilidad, escrituras de compraventa y pesadas talegas de acero. Su cuerpo era tan transparente que al observarlo y mirar a través de su chaleco, Scrooge podía ver los dos botones de la espalda de la levita.
Scrooge había oído decir frecuentemente que Marlcy no tenía entrañas, pero nunca se lo había creído hasta ahora. No, ni siquiera ahora se lo creía. Aunque miraba al fantasma de arriba abajo y la veía de pie ante él; aunque percibía el escalofriante influjo de sus ojos, mortalmente fríos; aunque observó incluso la textura del paño doblado que le enmarcaba la cara, desde la barbilla hasta la cabeza, envoltura que no había notado antes..., aún seguía incrédulo y luchaba contra sus propios sentidos.
«¿Qué significa esto?», dijo Scrooge, cáustico y frío como nunca. «¿Qué se le ha perdido aquí?»
«¡Mucho!» Era la voz de Marley, sin la menor duda.
«¿Quién eres tú?»
«Pregúntame quién fui».
«Pues ¿quién fuiste?», dijo Scrooge alzando la voz. «Eres puntilloso... como sombra». Iba a decir «para ser una sombras, pero le pareció más apropiado lo otro.
«En vida yo fui tu socio: Jacob Marley».
«¿Puedes... puedes sentarte?», preguntó Scrooge, mirándole dubitativamente.
«Sí puedo».
«Entonces, hazlo».
Scrooge había formulado la pregunta porque no sabía si un fantasma tan transparente podía estar en condiciones de tomar asiento; presentía que, en caso de que le resultara imposible, tal vez se haría necesaria una explicación embarazosa. Pero el fantasma se sentó al otro lado de la chimenea como si estuviera acostumbrado.
(Continuará.....)
Cuento de Navidad IV
Entretanto la niebla y la oscuridad se habían intensificado de tal modo que unas cuantas personas corrían de un lado a otro con resplandecientes hachas de viento, ofreciendo sus servicios para ir delante de los coches de caballos hasta su destino. Se hizo invisible la antigua torre de una iglesia cuya vieja y ronca campana siempre estaba espiando sigilosamente en dirección a Scrooge por un ventanal gótico del muro, y daba las horas y los cuartos en las nubes con trémulas vibraciones posteriores, como si allí arriba le castañeasen los dientes en su cabeza helada. El frío se extremó. En la calle principal, hacia la esquina del patio, unos obreros estaban reparando la conducción del gas y habían encendido una gran hoguera en un brasero; en torno al fuego se había reunido un grupo de hombres y muchachos andrajosos que, en éxtasis, se calentaban las manos y guiñaban los ojos ante las llamaradas. La llave del agua había quedado abierta y, al rebosar, se congelaba en rencoroso silencio hasta convertirse en hielo misantrópico. La brillantez de los escaparates, donde al calor de las lámparas crujían las ramitas y bayas de acebo, volvía rojizos los pálidos rostros al pasar. Los comercios de pollería y ultramarinos ofrecían una espléndida escena; resultaba casi imposible creer que allí pintasen algo unos principios tan tediosos como los de la compraventa. El lord mayor, en su baluarte de la magnífica Mansion House, daba órdenes a sus cincuenta mayordomos y cocineros para celebrar las Navidades como correspondía a la casa de un lord mayor; y hasta el sastrecillo, a quien él había multado con cinco chelines el lunes pasado por andar borracho y pendenciero por las calles, estaba en su buhardilla revolviendo la masa del pudding del día siguiente, mientras su flaca esposa y el bebé habían salido a comprar carne de ternera.
¡Todavía más niebla y más frío! Un frío punzante, penetrante, mordiente. Si el buen San Dunstan , en vez de utilizar sus armas habituales, hubiera pinzado la nariz del Espíritu Maligno con solo un toque de semejante clima, seguro que éste habría proferido los mejores propósitos. El poseedor de una joven y escasa nariz, roída y mascullada por el hambriento frío como un hueso roído por los perros, se encorvó ante el ojo de la cerradura de Scrooge para deleitarle con un villancico. Pero a los primeros sones de
«¡Dios bendiga al jubiloso caballero!
¡Que nada le traiga el desaliento!»
Scrooge agarró la vara con tal energía que el cantor huyó despavorido, dejando el ojo de la cerradura para la niebla y para la todavía más amable escarcha.
Por fin llegó la hora de cerrar el despacho. Con muy mala voluntad, Scrooge desmontó de su taburete y,
tácitamente, admitió el hecho ante el expectante empleado de la Cisterna, que sopló la vela al instante y se puso el sombrero.
«Supongo que usted querrá libre todo el día de mañana», dijo Scrooge.
«Si le parece conveniente, señor».
«No me parece conveniente», dijo Scrooge, «y no es razonable. Si por ello le descontara media corona, usted se sentiría maltratado, ¿me equivoco?»
El escribiente esbozó una tímida sonrisa.
«Y sin embargo», dijo Scrooge, «no cree usted que el maltratado sea yo cuando pago un jornal sin que se trabaje».
El escribiente comentó que sólo se trataba de una vez al año.
«Es una excusa muy pobre para saquear el bolsillo de un hombre cada 25 de diciembre», dijo Scrooge abotonándose el abrigo hasta la barbilla. «Pero supongo que deberá tener el día completo. ¡A la mañana siguiente preséntese aquí lo antes posible!»
El escribiente prometió que así lo haría y Scrooge salió gruñendo. En un abrir y cerrar de ojos quedó clausurado el establecimiento; el escribiente, con los largos extremos de la bufanda colgando por debajo de su cintura (no lucía abrigo) se lanzó veinte veces por un tobogán en Cornhill, a la cola de una fila de chicos, en honor de la Nochebuena; luego corrió a su casa, en Camdem Town, lo más deprisa que pudo, para jugar a la «gallina ciega».
Scrooge tomó su triste cena en su habitual triste taberna; leyó todos los periódicos y se entretuvo el resto de la velada con su libro de cuentas; después se marchó a su casa para acostarse. Vivía en unas habitaciones que habían pertenecido a su difunto socio. Era una lóbrega serie de cuartos en un desvencijado edificio aplastado en el fondo de un patio, donde desentonaba tanto que uno podía fácilmente imaginar que había corrido hacia allí cuando era una casa jovencita, jugando al escondite con otras casas, y había olvidado el camino de salida. Ahora ya era lo bastante vieja y lo bastante lúgubre para que nadie viese en ella, salvo Scrooge; todas las demás habitaciones estaban alquiladas para oficinas. El patio estaba tan oscuro que el mismo Scrooge, que conocía cada piedra, no dudó en ir tanteando con las manos. La niebla y la escarcha pendían sobre el negro y viejo portón de la casa; parecía que el Genio del Tiempo estaba sentado en el umbral, en dolientes meditaciones.
Ahora bien, es una realidad que el aldabón no tenía nada especial excepto que era muy grande. También es cierto que Scrooge lo había visto noche y día durante todo el tiempo que llevaba residiendo en aquel lugar.
Cierto también que Scrooge tenía tan poco de eso que se llama fantasía como cualquier hombre en la City de Londres, incluyendo -que ya es decir- la corporación municipal, los concejales electos y los miembros de la Cámara de Gremios. Téngase también en cuenta que Scrooge no había dedicado un solo pensamiento a Marley desde que había mencionado aquella tarde el fallecimiento de su socio siete años atrás. Y entonces que alguien me explique, si es que puede, cómo ocurrió que al meter la llave en la cerradura de la puerta, y sin que se diera un proceso intermedio de cambio, Scrooge no vio un aldabón, sino el rostro de Marley en el aldabón. El rostro de Marley. No era una sombra impenetrable como los demás objetos del patio, sino que tenía una luz mortecina a su alrededor, como una langosta podrida en una despensa oscura. No mostraba enfado ni ferocidad, pero miraba a Scrooge como Marley solía hacerlo: con fantasmagóricos lentes colocados hacia arriba, sobre su frente fantasmal. Sus cabellos se movían de una manera extraña, como si alguien los soplara o les aplicara un chorro de aire caliente; y aunque tenía los ojos muy abiertos, mantenían una inmovilidad perfecta.
Esto y su coloración lívida le hacían horripilante; pero a pesar del rostro y de su control, el horror parecía ser algo más que una parte de su propia expresión.
Cuando Scrooge miraba fijamente este fenómeno, volvió nuevamente a ser un aldabón.
No sería cierto afirmar que no estaba sobresaltado, o que sus venas no notaban una sensación terrible que no había vuelto a experimentar desde su infancia. Pero puso la mano en la llave que había soltado, la hizo girar con energía, entró y encendió la vela.
Con una indecisión momentánea, antes de cerrar la puerta hizo una pausa y miró cautelosamente hacia atrás,
como si esperase el susto de ver la coleta de Marley asomando por el lado del recibidor. Pero en el otro lado de la puerta no había más que los tomillos y las tuercas que sujetaban el aldabón, de manera que dijo: «¡Bah, bah!», y la cerró de un portazo.
El ruido retumbó por toda la casa como un trueno. Todas las habitaciones de arriba y todos los barriles de la bodega del vinatero, abajo, parecían tener una escala propia y distinta de ecos. Scrooge no era hombre que se asustara con los ecos. Aseguró el cierre de la puerta, atravesó el recibidor y comenzó a subir las escaleras, pero lentamente y despabilando la vela.
(Continuará ......)
¡Todavía más niebla y más frío! Un frío punzante, penetrante, mordiente. Si el buen San Dunstan , en vez de utilizar sus armas habituales, hubiera pinzado la nariz del Espíritu Maligno con solo un toque de semejante clima, seguro que éste habría proferido los mejores propósitos. El poseedor de una joven y escasa nariz, roída y mascullada por el hambriento frío como un hueso roído por los perros, se encorvó ante el ojo de la cerradura de Scrooge para deleitarle con un villancico. Pero a los primeros sones de
«¡Dios bendiga al jubiloso caballero!
¡Que nada le traiga el desaliento!»
Scrooge agarró la vara con tal energía que el cantor huyó despavorido, dejando el ojo de la cerradura para la niebla y para la todavía más amable escarcha.
Por fin llegó la hora de cerrar el despacho. Con muy mala voluntad, Scrooge desmontó de su taburete y,
tácitamente, admitió el hecho ante el expectante empleado de la Cisterna, que sopló la vela al instante y se puso el sombrero.
«Supongo que usted querrá libre todo el día de mañana», dijo Scrooge.
«Si le parece conveniente, señor».
«No me parece conveniente», dijo Scrooge, «y no es razonable. Si por ello le descontara media corona, usted se sentiría maltratado, ¿me equivoco?»
El escribiente esbozó una tímida sonrisa.
«Y sin embargo», dijo Scrooge, «no cree usted que el maltratado sea yo cuando pago un jornal sin que se trabaje».
El escribiente comentó que sólo se trataba de una vez al año.
«Es una excusa muy pobre para saquear el bolsillo de un hombre cada 25 de diciembre», dijo Scrooge abotonándose el abrigo hasta la barbilla. «Pero supongo que deberá tener el día completo. ¡A la mañana siguiente preséntese aquí lo antes posible!»
El escribiente prometió que así lo haría y Scrooge salió gruñendo. En un abrir y cerrar de ojos quedó clausurado el establecimiento; el escribiente, con los largos extremos de la bufanda colgando por debajo de su cintura (no lucía abrigo) se lanzó veinte veces por un tobogán en Cornhill, a la cola de una fila de chicos, en honor de la Nochebuena; luego corrió a su casa, en Camdem Town, lo más deprisa que pudo, para jugar a la «gallina ciega».
Scrooge tomó su triste cena en su habitual triste taberna; leyó todos los periódicos y se entretuvo el resto de la velada con su libro de cuentas; después se marchó a su casa para acostarse. Vivía en unas habitaciones que habían pertenecido a su difunto socio. Era una lóbrega serie de cuartos en un desvencijado edificio aplastado en el fondo de un patio, donde desentonaba tanto que uno podía fácilmente imaginar que había corrido hacia allí cuando era una casa jovencita, jugando al escondite con otras casas, y había olvidado el camino de salida. Ahora ya era lo bastante vieja y lo bastante lúgubre para que nadie viese en ella, salvo Scrooge; todas las demás habitaciones estaban alquiladas para oficinas. El patio estaba tan oscuro que el mismo Scrooge, que conocía cada piedra, no dudó en ir tanteando con las manos. La niebla y la escarcha pendían sobre el negro y viejo portón de la casa; parecía que el Genio del Tiempo estaba sentado en el umbral, en dolientes meditaciones.
Ahora bien, es una realidad que el aldabón no tenía nada especial excepto que era muy grande. También es cierto que Scrooge lo había visto noche y día durante todo el tiempo que llevaba residiendo en aquel lugar.
Cierto también que Scrooge tenía tan poco de eso que se llama fantasía como cualquier hombre en la City de Londres, incluyendo -que ya es decir- la corporación municipal, los concejales electos y los miembros de la Cámara de Gremios. Téngase también en cuenta que Scrooge no había dedicado un solo pensamiento a Marley desde que había mencionado aquella tarde el fallecimiento de su socio siete años atrás. Y entonces que alguien me explique, si es que puede, cómo ocurrió que al meter la llave en la cerradura de la puerta, y sin que se diera un proceso intermedio de cambio, Scrooge no vio un aldabón, sino el rostro de Marley en el aldabón. El rostro de Marley. No era una sombra impenetrable como los demás objetos del patio, sino que tenía una luz mortecina a su alrededor, como una langosta podrida en una despensa oscura. No mostraba enfado ni ferocidad, pero miraba a Scrooge como Marley solía hacerlo: con fantasmagóricos lentes colocados hacia arriba, sobre su frente fantasmal. Sus cabellos se movían de una manera extraña, como si alguien los soplara o les aplicara un chorro de aire caliente; y aunque tenía los ojos muy abiertos, mantenían una inmovilidad perfecta.
Esto y su coloración lívida le hacían horripilante; pero a pesar del rostro y de su control, el horror parecía ser algo más que una parte de su propia expresión.
Cuando Scrooge miraba fijamente este fenómeno, volvió nuevamente a ser un aldabón.
No sería cierto afirmar que no estaba sobresaltado, o que sus venas no notaban una sensación terrible que no había vuelto a experimentar desde su infancia. Pero puso la mano en la llave que había soltado, la hizo girar con energía, entró y encendió la vela.
Con una indecisión momentánea, antes de cerrar la puerta hizo una pausa y miró cautelosamente hacia atrás,
como si esperase el susto de ver la coleta de Marley asomando por el lado del recibidor. Pero en el otro lado de la puerta no había más que los tomillos y las tuercas que sujetaban el aldabón, de manera que dijo: «¡Bah, bah!», y la cerró de un portazo.
El ruido retumbó por toda la casa como un trueno. Todas las habitaciones de arriba y todos los barriles de la bodega del vinatero, abajo, parecían tener una escala propia y distinta de ecos. Scrooge no era hombre que se asustara con los ecos. Aseguró el cierre de la puerta, atravesó el recibidor y comenzó a subir las escaleras, pero lentamente y despabilando la vela.
(Continuará ......)
lunes, 29 de diciembre de 2008
Mas de tradiciones de Noche Vieja
En Napoles tiran los muebles viejos por las ventanas, por eso no hay celebraciones por las calles y la policía retira los coches... ya veis unos les da por comer uvas y otros por decorar la casa . en el resto de Italia no duermen en toda la noche porque dicen que si duermes el primer día traes la mala suerte para el año que estará dormido a lo bueno .... en Austria tienen el plomo de la suerte.: primero brindan con cava, luego el típico Vals, y luego funden plomo en unas velas echándolos en agua, luego con las figuras resultantes hablan de las perdiciones del futuro . Para la buena suerte se regalan figuras de mazapán en forma de trébol y de cerditos. ... (continuará)
domingo, 28 de diciembre de 2008
Otra de las tradiciones es coger una maleta y dar una vuelta entera a la manzana con ella, así tendrás viajes durante el año nuevo. Comer las doce uvas , por cierto costumbre que nació en 1.909 ... Tomar el día uno para desayunar chocolate con churros... (Para bajar el colesterol de la cena supongo) decorar la mesa con velas doradas, rojas, verdes y moradas... (Si enciendes todas avisar a los bomberos...) Tomar las uvas apoyados sobre el pie derecho. Besar a otra persona para tener amor y amistad... Quedarse la noche de fiesta y el día siguiente, el concierto de Año . Los regalos de Año Nuevo. La Carrera San Silvestre ... (Continuará... )
viernes, 26 de diciembre de 2008
Rituales para Noche Vieja
Ya sabéis que estas cosas pues no me las creo, pero bueno supongo que otras personas si lo hacen... Es que yo no tengo tanta memoria para tantas cosa a la vez y juntas, necesitaba al menos 10 noches como esta para que me diese tiempo y ni aún así ... Ponte las prendras interiores al revés , si son de color amarillo te visitará la prosperidad y si son rojas el amor... Para la prósperidad económica también tienes que poner una moneda en el zapato derecho, y beber la primera copa del año con un anillo de oro dentro. Para eliminar lo malo tenemos que poner en un papel aquello que nos amargó el año quemarlo y tirar las cenizas por el W.C. despidiendose en voz alta de aquello que nos dio tantos problemas . Después escribimos en un papel aquello que deseemos que pase y lo doblamos y lo ponemos junto una pizca de azúcar una barrita de canela y una hoja de laurel y eso lo ponemos debajo del colchón y se duerme sobre él hasta que se cumpla. Entonces daremos gracias por lo pasado y quitaremos el sobre... (continuará)
jueves, 25 de diciembre de 2008
miércoles, 24 de diciembre de 2008
Era Navidad y en un pueblecito iban a hacer una representación del Belén. Todos estaban entusiasmados con ello. Los más pequeños eran quienes la iban a realizar, pero entre ellos había un niño con problemas , nadie sabia porque era mas lento en aprender que los demás . Él quería actuar en la obra y la profesora le vio con tanta ilusión , que le dio un pequeño papel.: el del posadero que debía de rechazar a María y José cuando llamarán a la posada porque estaba llena. El día de la obra , el salón de actos estaba que no cabía ni un alma , había mucho publico de pie incluso. Cuando llegaron a la parte donde José y María llegaban a la posada, donde el niño con problemas tenía que hablar, pasó algo inesperado. José llamó a la puerta y salió el posadero, y cuando los iba a rechazar , al ver a la joven pareja , sobre todo a la mujer embarazada, al pequeño se le llenaron los ojos de lágrimas y les dijo: "Pasen, pasen, la señora puede dormir en mi cama, que yo dormiré en el suelo." Hubo un silencio inmenso en la sala y a muchas personas se les saltaron las lágrimas- La obra fue todo un éxito. En aquella representación sentimos que algo había cambiado en nosotros , pues este pequeño con su lección de amor nos enseñó que debemos de amar y ayudar a los otros , sin importar quienes sean. Eso seguro que siempre es Navidad . (Dedicado a esa pequeña que sabe cada día superar sus dificultades y llenar la vida con su alegría su diferencia maravillosa, a sus padres , a sus familiares y de los que estamos cerca.Gracias contigo es fácil creer en la Navidad .)
¡¡¡ Felices Fiestas de la Navidad!!!
Que los caminos se abran a tu encuentro, que el sol brille sobre tu rostro, que la lluvia caiga suave sobre los campos que el viento sople siempre a tu espalda Que guardes en tu corazón con gratitud , el recuerdo precioso de las cosas buenas de la vida. Que todo don de Dios crezca en tu y te ayude a llevar la alegría a los corazones de cuantos amas. Que tus ojos reflejen un brillo de amistad, gracioso y generoso como el sol, que sale entre las nubes, y calienta el mar tranquilo. Que la fuerza de Dios te mantenga firme, que los ojos de Dios te miren, que los oídos de Dios te oigan, que la Palabra de Dios te hable, que la mano de Dios te proteja, y que, hasta que volvamos a encontrarnos. Otro te tenga, y nos tenga a todos, en la palma de su mano (Bendición irlandesa)
martes, 23 de diciembre de 2008
Cuento de Navidad III
“Que oiga yo otro ruido de usted”, dijo Scrooge, “y va a celebrar la Navidad con la pérdida del empleo. Es usted un orador convincente, señor”, agregó volviéndose hacia su sobrino. “Me pregunto por qué no está en el Parlamento”.
“No te enfades, tío. ¡Vamos! Cena con nosotros mañana”.
Scrooge dijo que le acompañaría –sí, de veras que lo dijo-. Pero completó la frase diciendo que le acompañaría antes en la calamidad.
“Pero ¿por qué?”, exclamó el sobrino de Scrooge. “¿Por qué?”.
“¿Por qué te casaste?”, dijo Scrooge.
“Porque me enamoré”.
“¡Porque te enamoraste!”, gruñó Scrooge, como si fuese la única cosa en el mundo más ridícula que una feliz Navidad. “¡Buenas tardes!”
“No, tío, tú nunca venías a verme antes de hacerlo. ¿Por qué lo pones como excusa para no venir ahora?”
“Buenas tardes”, dijo Scrooge.
“No quiero nada de ti; no te estoy pidiendo nada; ¿por qué no podemos ser amigos?”
“Buenas tardes”, dijo Scrooge.
“Lamento de todo corazón verte tan inflexible. Tú y yo no hemos tenido ninguna querella, al menos por mi parte; pero he hecho esta prueba en honor a la Navidad y mantendré el espíritu de la Navidad hasta el final. Así, pues, ¡Felices Pascuas, tío?”.
“Buenas tardes”, dijo Scrooge.
A pesar de todo, el sobrino salió del cuarto sin una palabra de enfado. Se detuvo para felicitar al escribiente, quien, frío como estaba, fue más afable que Scrooge y devolvió cordialmente el saludo.
“Otro que tal baila”, murmuró Scrooge que le había oído. “Mi escribiente, con quince chelines semanales, esposa y familia, hablando de Felices Pascuas. Es para meterse en un manicomio”.
Aquel lunático, al acompañar al sobrino de Scrooge hasta la puerta, dejó entrar a otras dos personas. Eran unos caballeros corpulentos, de agradable presencia, y ahora estaban de pie, descubiertos, en el despacho de Scrooge. Llevaban en la mano libros y papeles, y le saludaron con una inclinación de cabeza.
“De Scrooge y Marley, creo”, dijo uno de los caballeros comprobando su lista. “¿Tengo el placer de dirigirme a Mr. Scrooge ó a Mr. Marley?”.
“Mr. Marley lleva muerto estos últimos siete años”, repuso Scrooge. “Murió hace siete años, esta misma noche”.
“No nos cabe duda de que su generosidad está bien representada por su socio”, dijo el caballero presentando sus credenciales.
Y era cierto porque ellos habían sido dos almas gemelas. Al oír la ominosa palabra “generosidad”, Scrooge frunció el ceño, negó con la cabeza y devolvió las credenciales.
“En estas festividades, Mr. Scrooge”, dijo el caballero tomando una pluma, “es más deseable que nunca que hagamos alguna ligera provisión para los pobres y menesterosos, que sufren muchísimo en estos momentos. Muchos miles carecen de lo más indispensable y cientos de miles necesitan una ayuda, señor”.
“¿Ya no hay cárceles?”, preguntó Scroge.
“Está lleno de cárceles”, dijo el caballero volviendo a posar la pluma.
“¿Y los asilos de la Unión?”, inquirió Scrooge. “¿Siguen en activo?
“Sí, todavía siguen”, afirmó el caballero, “y desearía poder decir que no”.
“Entonces, ¿está en pleno vigor la Ley de Pobres y el Treadmill?”, dijo Scrooge.
“Los dos muy atareados, señor”.
“¡Ah! Me temía, con lo que usted dijo al principio, que hubiera ocurrido algo que les impidiera seguir su beneficioso derrotero”, dijo Scrooge. “Me alegro mucho de oírlo”.
“Teniendo la impresión de que esas instituciones probablemente no proporcionan a las masas alegría cristiana de mente ni de cuerpo”, respondió el caballero”, “unos cuantos de nosotros estamos intentando reunir fondos para comprar a los pobres algo de comida y bebida y medios de calentarse. Hemos elegido estas fechas porque es cuando la necesidad se sufre con mayor intensidad y más alegra la abundancia. ¿Con cuánto le apunto?”
“¡Con nada!”, replicó Scrooge.
“¿Deseo que me dejen en paz”, dijo Scrooge. “Ya que me preguntan lo que deseo, caballeros, esa es mi respuesta. Yo no celebro la Navidad, y no puedo permitirme el lujo de que gente ociosa la celebre a mi costa. Colaboro e el sostenimiento de establecimientos que he mencionado; ya me cuestan bastante, y quienes están en mala situación deben ir a ellos”.
“Muchos no pueden ir; y muchos preferirían la muerte antes de ir”.
“Si preferirían morirse, que lo hagan; es lo mejor. Así descendería el exceso de población. Además, y ustedes perdonen, a mí no me consta”.
“Pero usted tiene que saberlo”, observó el caballero.
“No es asunto mío”, respondió Scrooge. “A un hombre le basta con dedicarse a sus propios asuntos sin interferir en los de los demás. Los míos me tienen a mí continuamente ocupado. ¡Buenas tardes, caballeros!”.
Viendo claramente que sería inútil seguir insistiendo, los caballeros se retiraron. Scrooge reanudó sus ocupaciones con una opinión de sí mismo muy mejorada y mejor humor del que en él era habitual.
.... Continuará
“No te enfades, tío. ¡Vamos! Cena con nosotros mañana”.
Scrooge dijo que le acompañaría –sí, de veras que lo dijo-. Pero completó la frase diciendo que le acompañaría antes en la calamidad.
“Pero ¿por qué?”, exclamó el sobrino de Scrooge. “¿Por qué?”.
“¿Por qué te casaste?”, dijo Scrooge.
“Porque me enamoré”.
“¡Porque te enamoraste!”, gruñó Scrooge, como si fuese la única cosa en el mundo más ridícula que una feliz Navidad. “¡Buenas tardes!”
“No, tío, tú nunca venías a verme antes de hacerlo. ¿Por qué lo pones como excusa para no venir ahora?”
“Buenas tardes”, dijo Scrooge.
“No quiero nada de ti; no te estoy pidiendo nada; ¿por qué no podemos ser amigos?”
“Buenas tardes”, dijo Scrooge.
“Lamento de todo corazón verte tan inflexible. Tú y yo no hemos tenido ninguna querella, al menos por mi parte; pero he hecho esta prueba en honor a la Navidad y mantendré el espíritu de la Navidad hasta el final. Así, pues, ¡Felices Pascuas, tío?”.
“Buenas tardes”, dijo Scrooge.
A pesar de todo, el sobrino salió del cuarto sin una palabra de enfado. Se detuvo para felicitar al escribiente, quien, frío como estaba, fue más afable que Scrooge y devolvió cordialmente el saludo.
“Otro que tal baila”, murmuró Scrooge que le había oído. “Mi escribiente, con quince chelines semanales, esposa y familia, hablando de Felices Pascuas. Es para meterse en un manicomio”.
Aquel lunático, al acompañar al sobrino de Scrooge hasta la puerta, dejó entrar a otras dos personas. Eran unos caballeros corpulentos, de agradable presencia, y ahora estaban de pie, descubiertos, en el despacho de Scrooge. Llevaban en la mano libros y papeles, y le saludaron con una inclinación de cabeza.
“De Scrooge y Marley, creo”, dijo uno de los caballeros comprobando su lista. “¿Tengo el placer de dirigirme a Mr. Scrooge ó a Mr. Marley?”.
“Mr. Marley lleva muerto estos últimos siete años”, repuso Scrooge. “Murió hace siete años, esta misma noche”.
“No nos cabe duda de que su generosidad está bien representada por su socio”, dijo el caballero presentando sus credenciales.
Y era cierto porque ellos habían sido dos almas gemelas. Al oír la ominosa palabra “generosidad”, Scrooge frunció el ceño, negó con la cabeza y devolvió las credenciales.
“En estas festividades, Mr. Scrooge”, dijo el caballero tomando una pluma, “es más deseable que nunca que hagamos alguna ligera provisión para los pobres y menesterosos, que sufren muchísimo en estos momentos. Muchos miles carecen de lo más indispensable y cientos de miles necesitan una ayuda, señor”.
“¿Ya no hay cárceles?”, preguntó Scroge.
“Está lleno de cárceles”, dijo el caballero volviendo a posar la pluma.
“¿Y los asilos de la Unión?”, inquirió Scrooge. “¿Siguen en activo?
“Sí, todavía siguen”, afirmó el caballero, “y desearía poder decir que no”.
“Entonces, ¿está en pleno vigor la Ley de Pobres y el Treadmill?”, dijo Scrooge.
“Los dos muy atareados, señor”.
“¡Ah! Me temía, con lo que usted dijo al principio, que hubiera ocurrido algo que les impidiera seguir su beneficioso derrotero”, dijo Scrooge. “Me alegro mucho de oírlo”.
“Teniendo la impresión de que esas instituciones probablemente no proporcionan a las masas alegría cristiana de mente ni de cuerpo”, respondió el caballero”, “unos cuantos de nosotros estamos intentando reunir fondos para comprar a los pobres algo de comida y bebida y medios de calentarse. Hemos elegido estas fechas porque es cuando la necesidad se sufre con mayor intensidad y más alegra la abundancia. ¿Con cuánto le apunto?”
“¡Con nada!”, replicó Scrooge.
“¿Deseo que me dejen en paz”, dijo Scrooge. “Ya que me preguntan lo que deseo, caballeros, esa es mi respuesta. Yo no celebro la Navidad, y no puedo permitirme el lujo de que gente ociosa la celebre a mi costa. Colaboro e el sostenimiento de establecimientos que he mencionado; ya me cuestan bastante, y quienes están en mala situación deben ir a ellos”.
“Muchos no pueden ir; y muchos preferirían la muerte antes de ir”.
“Si preferirían morirse, que lo hagan; es lo mejor. Así descendería el exceso de población. Además, y ustedes perdonen, a mí no me consta”.
“Pero usted tiene que saberlo”, observó el caballero.
“No es asunto mío”, respondió Scrooge. “A un hombre le basta con dedicarse a sus propios asuntos sin interferir en los de los demás. Los míos me tienen a mí continuamente ocupado. ¡Buenas tardes, caballeros!”.
Viendo claramente que sería inútil seguir insistiendo, los caballeros se retiraron. Scrooge reanudó sus ocupaciones con una opinión de sí mismo muy mejorada y mejor humor del que en él era habitual.
.... Continuará
lunes, 22 de diciembre de 2008
Cuento de Navidad II
Erase una vez -concretamente en los días mejores del año, la víspera de Navidad, el día de Nochebuena- en que el viejo Scroge estaba muy atareado sentado en su despacho. El tiempo era frío, desapacible y cortante; además, con niebla. Se podía oír el ruido de la gente en el patio de fuera, caminando de un lado a otro con jadeos, palmeándose el pecho y pateando el suelo para entrar en calor. Los relojes de la ciudad acababan de dar las tres, pero ya casi había oscurecido; no había habido luz en todo el día y las velas brillaban en las ventanas de las oficinas cercanas como manchas rojizas en la espesa atmósfera parda. Bajó la niebla y fluyó por todas las junturas, resquicios, ojos de cerradura, y en el exterior era tan densa que, aunque el patio era de los más estrechos, las casas de enfrente no eran más que sombras. Al ver como caía desmayadamente la sucia nube oscurenciendo todo, se hubiera pensado que la Naturaleza vivía cerca y estaba elaborando cerveza en gran escala.
La puerta del despacho de Scrooge permanecía abierta de modo que pudiera atisbar a su empleado que estaba copiando cartas en una deprimente y pequeña celda, una especie de cisterna. Scrooge tenía un fuego muy escaso, pero la lumbre del empleado era todavía mucho más pequeña: parecía un solo tizón. Pero no podía recargar la estufa porque Scrooge guardaba el carbón en su propio cuarto, y seguro que si el empleado entraba con la pala su jefe anticiparía que tenían que marcharse ya. Por consiguiente, el empleado se arropó con su bufanda blanca e intentó calentarse con la vela; no era hombre de gran imaginación y fracasaron sus esfuerzos.
"¡Feliz Navidad, tío; que Dios lo guarde!", exclamó una alegre voz. Era la voz del sobrino de Scrooge, que apareció ante él con tal rapidez que no tuvo tiempo de darse cuenta de que venía.
"¡Bah! - dijo Scrooge - ¡Tonterías!"
El sobrino de Scrooge estaba solo acalorado por la rápida caminata bajo la niebla y la helada; tenía un rostro agraciado y sonrosado; sus ojos chispeaban y su aliento volvió a condensarse cuando dijo:
"¿Navidad una tontería, tío? Seguro que no lo dices en serio."
"Sí que lo digo. ¡Feliz Navidad! ¿Qué derecho tienes a ser feliz? ¿Qué motivos tienes para estar feliz? Eres pobre de sobra."
"Vamos, vamos" -respondió el sobrino cordialmente-. "¿Qué derecho tienes a estar triste? ¿Qué motivos tienes para sentirte desgraciado? Eres rico de sobra."
Scrooge no supo repentizar una respuesta mejor y dijo otra vez: "¡Bah!" - y siguió contando. "¡Tonterías!".
"No te enfades, tío", dijo el sobrino.
"¿Cómo no me voy a enfadar" - respondió el tío-, "si vivo en un mundo de locos como éste? ¡Felices Pascuas! ¡Y dale con Felices Pascuas! ¿Qué son las Pascuas sino el momento de pagar cuentas atrasadas sin tener dinero; el momento de darte cuenta de que eres un año más viejo y ni una hora más rico; el momento de hacer el balance y comprobar que cada una de las anotaciones de los libros te resulta desfavorable a lo largo de los doce meses del año? Si de mí dependiera - dijo Scroge con indignación-, a todos esos idiotas que van por ahí con el Felices Navidades en la boca habría que cocerlos en su propio pudding y enterrarlos con una estaca de acebo clavada en el corazón. Eso es lo que habría que hacer".
"¡Tío!", imploró el sobrino.
"¡Sobrino!", replicó el tío secamente, "celebra la Navidad a tu modo, que yo la celebraré al mío".
"¡Celebraré!", repitió el sobrino de Scrooge. "Perosi tú no celebras nada ...."
"Entonces déjame en paz", dijo Scroge. "¡Que te aprovechen! ¡Mucho tehan aprovechado!".
"Puede que haya muchas cosas buenas de las que no he sacado provecho", replicó el sobrino, "entre ellas la Navidad. Pero estoy seguro de que al llegar la Navidad -aparte de la veneración debida a su sagrado nombre y a su origen, si es que eso se puede apartar- siempre he pensado que son unas fechas deliciosas, un tiempo de perdón, de afecto, de caridad; el único momento que conozco en el largo calendario del año, enque hombres y mujeres parecen haberse puesto de acuerdo para abrir libremente sus cerrados corazones y para considerar a la gente de abajo como compañeros de viaje hacia la tumba y no como seres de otra especie embarcadoscon otro destino. Y por tanto, tío, aunque nuncaha puesto en mis bolsillos un gramo de oro ni de plata, creo que sí me ha aprovechado y me seguirá aprovechando; por eso digo: ¡bendita sea!"
El escribiente de la cisterna aplaudió involuntariamente; se dio cuenta en el acto de su inconveniencia, se puso a hurgar en la lumbre y se apagó del todo el último rescoldo.
..... (Continuará)
La puerta del despacho de Scrooge permanecía abierta de modo que pudiera atisbar a su empleado que estaba copiando cartas en una deprimente y pequeña celda, una especie de cisterna. Scrooge tenía un fuego muy escaso, pero la lumbre del empleado era todavía mucho más pequeña: parecía un solo tizón. Pero no podía recargar la estufa porque Scrooge guardaba el carbón en su propio cuarto, y seguro que si el empleado entraba con la pala su jefe anticiparía que tenían que marcharse ya. Por consiguiente, el empleado se arropó con su bufanda blanca e intentó calentarse con la vela; no era hombre de gran imaginación y fracasaron sus esfuerzos.
"¡Feliz Navidad, tío; que Dios lo guarde!", exclamó una alegre voz. Era la voz del sobrino de Scrooge, que apareció ante él con tal rapidez que no tuvo tiempo de darse cuenta de que venía.
"¡Bah! - dijo Scrooge - ¡Tonterías!"
El sobrino de Scrooge estaba solo acalorado por la rápida caminata bajo la niebla y la helada; tenía un rostro agraciado y sonrosado; sus ojos chispeaban y su aliento volvió a condensarse cuando dijo:
"¿Navidad una tontería, tío? Seguro que no lo dices en serio."
"Sí que lo digo. ¡Feliz Navidad! ¿Qué derecho tienes a ser feliz? ¿Qué motivos tienes para estar feliz? Eres pobre de sobra."
"Vamos, vamos" -respondió el sobrino cordialmente-. "¿Qué derecho tienes a estar triste? ¿Qué motivos tienes para sentirte desgraciado? Eres rico de sobra."
Scrooge no supo repentizar una respuesta mejor y dijo otra vez: "¡Bah!" - y siguió contando. "¡Tonterías!".
"No te enfades, tío", dijo el sobrino.
"¿Cómo no me voy a enfadar" - respondió el tío-, "si vivo en un mundo de locos como éste? ¡Felices Pascuas! ¡Y dale con Felices Pascuas! ¿Qué son las Pascuas sino el momento de pagar cuentas atrasadas sin tener dinero; el momento de darte cuenta de que eres un año más viejo y ni una hora más rico; el momento de hacer el balance y comprobar que cada una de las anotaciones de los libros te resulta desfavorable a lo largo de los doce meses del año? Si de mí dependiera - dijo Scroge con indignación-, a todos esos idiotas que van por ahí con el Felices Navidades en la boca habría que cocerlos en su propio pudding y enterrarlos con una estaca de acebo clavada en el corazón. Eso es lo que habría que hacer".
"¡Tío!", imploró el sobrino.
"¡Sobrino!", replicó el tío secamente, "celebra la Navidad a tu modo, que yo la celebraré al mío".
"¡Celebraré!", repitió el sobrino de Scrooge. "Perosi tú no celebras nada ...."
"Entonces déjame en paz", dijo Scroge. "¡Que te aprovechen! ¡Mucho tehan aprovechado!".
"Puede que haya muchas cosas buenas de las que no he sacado provecho", replicó el sobrino, "entre ellas la Navidad. Pero estoy seguro de que al llegar la Navidad -aparte de la veneración debida a su sagrado nombre y a su origen, si es que eso se puede apartar- siempre he pensado que son unas fechas deliciosas, un tiempo de perdón, de afecto, de caridad; el único momento que conozco en el largo calendario del año, enque hombres y mujeres parecen haberse puesto de acuerdo para abrir libremente sus cerrados corazones y para considerar a la gente de abajo como compañeros de viaje hacia la tumba y no como seres de otra especie embarcadoscon otro destino. Y por tanto, tío, aunque nuncaha puesto en mis bolsillos un gramo de oro ni de plata, creo que sí me ha aprovechado y me seguirá aprovechando; por eso digo: ¡bendita sea!"
El escribiente de la cisterna aplaudió involuntariamente; se dio cuenta en el acto de su inconveniencia, se puso a hurgar en la lumbre y se apagó del todo el último rescoldo.
..... (Continuará)
Dulces de Navidad
Menos mal que soy algo golosa , bueno un poco, vale leo una carta empezando por los dulces ... pero una debilidad nos hace a todos más humanos digo yo... Aquí me atrevo a decir algunas de las pastelerias que hacen unos turrones de esos artesanos , de los de toda la vida, aunque han incorporado sabores varios... en fin con tanta evolución... Casa Mirra C/ Carrera de San Jerónimo,30 Impresionantes los turrones de Guirlache, Alicante , El Pan de Cádiz, el de Coco... Cala Millor C/ Fermín Caballero,70 El de nueces, trufa,yema ,praline, marrón glacé, naranja "músico"... La Húngara C/ Padilla,33 café, chocolate con almendras, yema tostada... Vait C/ Félix Boix,9 De chocolate con naranja o el de limón Bailey´s , tres chocolates... Mallorca C/ Velazquez,59 Nata con nueces, Jijona etc...
domingo, 21 de diciembre de 2008
Una propuesta de libros...
Ni son todos los que son ni mucho menos, ni están todos los que deberían estar... Pero puedes tú también poner aquellos que crees que podía estar bien que se leyeran. ¿Verdad? Bueno una propuesta en la que tienes de todo un poco , alguno son solo como diversión y otros... sorpresa . "Vida y Destino" de Vasili Grossman. "La Piedra Redonda" de Manuel F. Ramos. "4 poemas de Joan Manuel Serrat y un Baul de pequeñas cosas" Joan Manuel Serrat. "Alquimia y Religion" de Raimon Arola . "Aprendiz de Homero" de Nélida Piñon (Ulises este va por tí) . " Armenios" José Antonio Gumiarán. "Socrates" de Benigno Morilla ...
EL JUEGO DE LA OCA Cua cua cua...
El juego de la Oca es mucho mas que un sencillo juego de entretenimiento. Es una guía descriptiva del Camino de Santiago , guia de ida y vuelta, donde se usa el lenguaje simbólico con una estructura sencilla conocida por los iniciados y luego convertido en un juego para que fuese más fácil memorizarlo. Los no iniciados solo conocen la parte lúdica. Los templarios tenían prohibido jugar a dados, cartas o ajedrez, por eso llama la atención que usaran este tablero... Por eso los investigadores al ponerse a estudiarlo descubren que lo que se usa es un lenguaje criptográfico, el mismo que encontramos en algunos de los lugares por los que pasamos y están ahí mismo delante de nuestros ojos, pero al no ser latín ni griego suele pasar desapercibido por nosotros . Los mismo símbolos utilizados por grupos de canteros en todo el Camino. Pero si es un camino de ida y vuelta de ida hacia donde o de vuelta hacia donde...
Cuento de Navidad
Primera Estrofa
El Fantasma de Marley
Marley estaba muerto; eso para empezar. No cabe la menor duda al respecto. El clérigo, el funcionario, el propietario de la funeraria y el que presidió el duelo habían firmado el acta de su enterramiento. También Scrooge había firmado, y la firma de Scrooge, de reconocida solvenca en el mundo mercantil, tenía valor en cualquier papel donde apareciera. El viejo Morley estaba tan muerto como el clavo de una puerta.
¡Atención! No pretendo decir que yo sepa lo que hay de especialmente muerto en el clavo de una puerta. Yo, más bien, me había inclinado a considerar el clavo de un ataúd como el más muerto de todos los artículos de ferretería. Pero en el símil se contiene el buen juicio de nuestros ancestros, y no serán mis manos impías las que lo alteren. Por consiguiente, permítaseme repetir enfáticamente que Marley estaba tan muerto como el clavo de una puerta.
¿Sabía Scrooge que estaba muerto? Claro que sí. ¿Cómo no iba a saberlo? Scrooge y él habían sido socios duranteno sé cuántos años. Scrooge fue su único albacea testamentario, su único administrador, su único asignatario, su único heredero residual, su único amigo y el único que llevó luto por él. Y ni siquiera Scroge quedó terriblemente afectado por el luctuoso suceso; siguió siendo un excelente hombre de negocios el mismísimo día del funeral, que fue solemnizado por él a precio de ganga.
La mención del funeral de Marley me hace retroceder al punto e que empecé. No cabe duda de que Marley estaba muerto. Es preciso comprenderlo con toda claridad, pues de otro modo no habría nada prodigioso en la historia que voy a relatar. Si no estuviésemos completamente convencidos de que el padre de Hamlet ya había fallecid antes delevanarse el telón, no habría nada notable en sus paseos nocturnos por las murallas de su propiedad, con viento del Este, como para causar asombro -en sentido literal- en la mente enfermiza de su hijo; sería como si cualquier otro caballero de mediana edad saliese irreflexivamente tras la caída de la noche a un lugar oreado, por ejemplo, el camposanto de Saint Paul.
Scrooge nunca tachó el nombre del viejo Marley. Años después, allí seguía sobre la entrada del almacén: "Scrooge y Marley". La firma comercial era conocida por "Scrooge y Marley". Algunas personas, nuevas en el negocio, algunas veces llamaban a Scrooge,"Scrooge", y otras, "Marely", pero él atendía por los dos nombres; le daba lo mismo.
¡Ay, pero qué agarrado era aquel Scrooge! ¡Viejo pecador avariento que extorsionaba, tergiversaba, usurpaba, rebañaba, apresaba! Duro y agudo como un pedernal al que ningún eslabón logró jamas sacar una chispa de generosidad; era secreto, reprimido y solitario como una ostra. La frialdad que tenía dentro había congelado sus viejas facciones yafilaba su nariz puntiaguda, acartonaba sus mejillas,daba rigidez a su porte; había enrojecid sus ojos, azulado su finos labios; esa frialdad se percibia claramente en su voz raspante. Había escarcha canosa en su cabeza, cejas y tenso mentón. Siempre llevaba consigo su gélida temperatura; él hacía que su despacho estuviese helado en los días más calurosos del verano, y en Navidad no se deshelaba ni un grado.
Poco influían en Scroge el frío y el calor externos. Ninguna fuente de calor podría calentarle, ningún frío invernal escalofriarle. El era máscortante que cualquier viento, más pertinaz quecualquier nevada, más insensible a las súplicas que la lluvia torencial. Las inclemencias del tiempo no podían superarle. Las peores lluvias, nevadas, granizadas y neviscas podrían presumir de sacarle ventaja en un aspecto: a menudo ellas "se desprendían" con generosidad, cosa que Scrooge nunca hacía.
Jamás le parabanadie en la calle para decirle con alegre semblante: "Mi querido Scrooge, ¿cómo está usted? ¿Cuándo vendrá a visitarme?" Ningún mendig le pedía limosna; ningún niño le preguntabala hora; ningún hombre o mujer le había preguntad por una dirección ni una sola vez en su vida. Hasta los perros delos ciegos parecían conocerle; al verle acercarse, arrastraban precipitadamente a sus dueños hasta los portales y los patios, y después daban el rabo, como diciendo: "¡Es mejor no tener ojo que tener el mal de ojo, amo ciego!".
Pero a Scroge, ¿qué le importaba? Eso era precisamentelo que le gustaba. Para él era una "gozada" abrirse camino entre los atestados senderos de la vida advirtiendo a todo sentimiento de simpatía humana que guardase las distancias....... (Continuará)
sábado, 20 de diciembre de 2008
FIESTAS PARA UNA FIESTA
Os propongo en estas navidades jugar al juego de la oca ¿Qué os parece? : Casilla 1 ... Artebar C/ San Bruno 3 ... Fiesta con villancicos flamencos. Casilla 2... Café la Palma C/ Palma 62 Fiesta con electro, tecno y minimal. Casilla 3... Lolita Lounge C/ Manuel de Falla, 3 música ambiente y en Nochebuena los precios de siempre... Casilla 4 ... EL 13 C/ Garcilaso 3 el 24 concierto acústico , y Papa Nöel llegará con regalos. ... Las otras casillas proximamente ...
El Conde Sisebuto
A cuatro leguas de Pinto
y a treinta de Marmolejo,
existe un castillo viejo
que edificó Chindasvinto.
Lo habitaba un gran señor,
algo feudal y algo bruto;
se llamaba Sisebuto
y su esposa, Leonor.
y Cunegunda, su hermana,
y su madre, Berenguela,
y una prima de su abuela
que atendía por Mariana,
y su cuñado, Vitelio,
y Cleopatra, su tía,
y su nieta, Rosalía,
y su hijo mayor, Rogelio.
Era una noche de invierno,
noche cruda y tenebrosa,
noche sombría, espantosa,
noche atroz, noche de infierno,
noche fría, noche helada,
noche triste, noche oscura,
noche llena de amargura,
noche infausta, noche airada.
En un gótico salón
normitaba Sisebuto,
y un lebrel seco y enjuto
roncaba en el portalón.
Con quejido lastimero
el viento fuera silbaba,
e imponente se escuchaba
el ruido del aguacero.
Cabalgando en un corcel
de color verde botella,
raudo como una centella
llega al castillo un doncel.
Empapada trae la ropa
por efecto de las aguas,
¡como no lleva paraguas
viene el pobre hecho una sopa!
De pronto algo que resbala
siente sobre su cabeza;
extiende el brazo y tropieza
con la cuerda de una escala
- ¡Ah!.... –dice con fiero acento.
- ¡Ah!... – vuelve a decir gozoso.
- ¡Ah!... – repite venturoso.
- ¡Ah!... – otra vez, y así, hasta ciento.
Trepa que trepa que trepa,
sube que sube que sube,
en brazos cae de un querube,
la hija del conde,…. ¡la Pepa!
En lujoso camarín
introduce a su adorado,
y al notar que está mojado
lo seca bien con serrín.
- Lisardo…. Mi bien, mi anhelo,
unico ser al que adoro,
e de los cabellos de oro,
el de la nariz de cielo,
¿qué sientes, di, dueño mío?,
¿no sientes nada a mi lado?,
¿qué sientes, Lisardo amado?
Y él responde: - Siento frío.
- ¿Frío has dicho? Eso me espanta.
¿Frío has dicho? Eso me inquieta.
No llevarás camiseta
¿verdad?.... pues toma esta manta.
- Y ahora hablemos del cariño
qe nuestras almas disloca.
yo te amo como una loca.
- Yo te adoro como un niño.
- Mi pasión raya en locura,
- La mía es un arrebato.
- Si no me quieres, me mato.
- Si me olvidas, me hago cura.
- ¿Cura tú?, ¡Por Dios bendito!
No repitas esas frases,
¡en jamás de los jamases!
¡Pues estaría bonito!
Hija soy de Sisebuto
yesde mi más tierna infancia,
y aunque es mucha mi arrogancia,
y aunque es mi padre muy bruto,
y aunque temo sus furores,
y aunque sé a lo que me expongo,
huyamos…. vamos al Congo
a ocultar nuestros amores.
- Bien dicho, bien has hablado,
huyamos aunque se enojen,
y si algún día nos cogen,
¡que nos quiten lo bailado!
En esto, un ronco ladrido
retumba potente y fiero.
- ¿Oyes? – dice el caballero-,
es el perro que ha olido.
Se abre una puerta excusada
y, cual terrible huracán,
entra un hombre…, luego un can…,
luego nadie…., luego nada….
- ¡Hija infame! – ruge el conde
¿Qué haces con este señor?
¿Dónde has dejado mi honor?
¿Dónde?,¿dónde?, ¿dónde?, ¿dónde?
Y tú, cobarde villano,
cntipático, repara
cómo señalo tu cara
con los dedos de mi mano.
Después, sacando un puñal,
de un solo golpe certero
le enterró el cortante acero
junto a la espina dorsal.
El joven, naturalmente,
se murió como un conejo.
ella frunció el entrecejo
y enloqueció de repente.
También quedó el conde loco
de resultas del espanto.
el perro… no llegó a tanto,
pero le faltó muy poco.
Desde aquel día de horror
nada se volvió a saber
del conde, de su mujer,
la llamada Leonor,
de Cunegunda su hermana,
de su madre Berenguela,
de la prima de su abuela
que atendría por Mariana,
de su cuñado Vitelio,
de Cleopatra su tía,
de su nieta Rosalía
ni de su chico Rogelio.
Y aquí acaba la leyenda
verídica, interesante,
romántica, fulminante,
estremecedora, horrenda,
que de aquel castillo viejo
entenebrece el recinto,
a cuatro leguas de Pinto
y a treinta de Marmolejo.
y a treinta de Marmolejo,
existe un castillo viejo
que edificó Chindasvinto.
Lo habitaba un gran señor,
algo feudal y algo bruto;
se llamaba Sisebuto
y su esposa, Leonor.
y Cunegunda, su hermana,
y su madre, Berenguela,
y una prima de su abuela
que atendía por Mariana,
y su cuñado, Vitelio,
y Cleopatra, su tía,
y su nieta, Rosalía,
y su hijo mayor, Rogelio.
Era una noche de invierno,
noche cruda y tenebrosa,
noche sombría, espantosa,
noche atroz, noche de infierno,
noche fría, noche helada,
noche triste, noche oscura,
noche llena de amargura,
noche infausta, noche airada.
En un gótico salón
normitaba Sisebuto,
y un lebrel seco y enjuto
roncaba en el portalón.
Con quejido lastimero
el viento fuera silbaba,
e imponente se escuchaba
el ruido del aguacero.
Cabalgando en un corcel
de color verde botella,
raudo como una centella
llega al castillo un doncel.
Empapada trae la ropa
por efecto de las aguas,
¡como no lleva paraguas
viene el pobre hecho una sopa!
De pronto algo que resbala
siente sobre su cabeza;
extiende el brazo y tropieza
con la cuerda de una escala
- ¡Ah!.... –dice con fiero acento.
- ¡Ah!... – vuelve a decir gozoso.
- ¡Ah!... – repite venturoso.
- ¡Ah!... – otra vez, y así, hasta ciento.
Trepa que trepa que trepa,
sube que sube que sube,
en brazos cae de un querube,
la hija del conde,…. ¡la Pepa!
En lujoso camarín
introduce a su adorado,
y al notar que está mojado
lo seca bien con serrín.
- Lisardo…. Mi bien, mi anhelo,
unico ser al que adoro,
e de los cabellos de oro,
el de la nariz de cielo,
¿qué sientes, di, dueño mío?,
¿no sientes nada a mi lado?,
¿qué sientes, Lisardo amado?
Y él responde: - Siento frío.
- ¿Frío has dicho? Eso me espanta.
¿Frío has dicho? Eso me inquieta.
No llevarás camiseta
¿verdad?.... pues toma esta manta.
- Y ahora hablemos del cariño
qe nuestras almas disloca.
yo te amo como una loca.
- Yo te adoro como un niño.
- Mi pasión raya en locura,
- La mía es un arrebato.
- Si no me quieres, me mato.
- Si me olvidas, me hago cura.
- ¿Cura tú?, ¡Por Dios bendito!
No repitas esas frases,
¡en jamás de los jamases!
¡Pues estaría bonito!
Hija soy de Sisebuto
yesde mi más tierna infancia,
y aunque es mucha mi arrogancia,
y aunque es mi padre muy bruto,
y aunque temo sus furores,
y aunque sé a lo que me expongo,
huyamos…. vamos al Congo
a ocultar nuestros amores.
- Bien dicho, bien has hablado,
huyamos aunque se enojen,
y si algún día nos cogen,
¡que nos quiten lo bailado!
En esto, un ronco ladrido
retumba potente y fiero.
- ¿Oyes? – dice el caballero-,
es el perro que ha olido.
Se abre una puerta excusada
y, cual terrible huracán,
entra un hombre…, luego un can…,
luego nadie…., luego nada….
- ¡Hija infame! – ruge el conde
¿Qué haces con este señor?
¿Dónde has dejado mi honor?
¿Dónde?,¿dónde?, ¿dónde?, ¿dónde?
Y tú, cobarde villano,
cntipático, repara
cómo señalo tu cara
con los dedos de mi mano.
Después, sacando un puñal,
de un solo golpe certero
le enterró el cortante acero
junto a la espina dorsal.
El joven, naturalmente,
se murió como un conejo.
ella frunció el entrecejo
y enloqueció de repente.
También quedó el conde loco
de resultas del espanto.
el perro… no llegó a tanto,
pero le faltó muy poco.
Desde aquel día de horror
nada se volvió a saber
del conde, de su mujer,
la llamada Leonor,
de Cunegunda su hermana,
de su madre Berenguela,
de la prima de su abuela
que atendría por Mariana,
de su cuñado Vitelio,
de Cleopatra su tía,
de su nieta Rosalía
ni de su chico Rogelio.
Y aquí acaba la leyenda
verídica, interesante,
romántica, fulminante,
estremecedora, horrenda,
que de aquel castillo viejo
entenebrece el recinto,
a cuatro leguas de Pinto
y a treinta de Marmolejo.
(Joaquín Abati Díaz -Madrid 1865 - 1936)
(Y esta está dedicada a mi Madre, que se la sabía de memoria y me la recitaba cuando era chiquita).
El mono Tirititero
Había una vez, un mono muy listo que se había escapado de un zoo. Se encontraba un día el mono Tirititero dando brincos y saltos de un árbol a otro cercanos a la playa, comiendo cocos y plátanos y disfrutando de la apacible brisa y el sol de primavera, cuando un tiburón taimado se acercó a la orilla, y viendo al mono gritó: ¡Buenos días, mono! ¿Qué tal se vive subido en una palmera, todo el día en tierra firme?, pues me gustaría saber cómo es la vida de ese otro lado.
A lo que el mono contestó: No se está mal, cuando me canso de una palmera, me subo a una roca, camino por la playa en busca de bonitas conchas, y por la noche duermo arropado por las estrellas. ¿Y tú, cómo lo llevas?
Y el tiburón, que lo que quería era comerse el hígado del mono, pues en el mar se corría el rumor que era el bocado más exquisito que existía, le propuso al mono dar una vueltecita en su lomo para que probara el rumor de las olas y la brisa desde el propio mar.
El mono, pensándoselo un poco, le dijo al tiburón que no, que seguro que cuando estuvieran en alta mar le dejaría caer al agua, y el tiburón a su vez le hizo la promesa que no le dejaría caer. Tanto insistió el tiburón, que finalmente el mono accedió a su proposición, y bajando del cocotero, montó a lomos del tiburón, quién partió mar adentro. Cuando se encontraban lejos de la costa, el tiburón le dijo al mono:
“Mono, ¿porqué no me das tu hígado? Pues tengo mi hijo enfermo y los médicos me han dicho que comiendo hígado de mono se curará. Al fín y al cabo, ¿para qué quieres tú el hígado, si no te sirve para nada?”.
A lo que el mono respondió: “Vaya, pues ya podrías haberlo dicho antes de venir, porque me lo he dejado colgado en una rama del cocotero, así que si lo quieres, te lo daré como muestra de gratitud por tu paseo y puesto que me dices que es para tu hijo enfermo. De todas formas, yo ya no lo quiero para nada. Lo único que tendrás que devolverme a la playa para que pueda ir a buscarlo”.
Y así fue como el tiburón devolvió sano y salvo al mono a la playa, y tan pronto como éste tocó tierra firme salió corriendo a lo alto del cocotero, y desde allí empezó a tirarle cocos al tiburón, cantando “Soy el mono Tirititero, el más listo del mundo entero…..”.
A lo que el mono contestó: No se está mal, cuando me canso de una palmera, me subo a una roca, camino por la playa en busca de bonitas conchas, y por la noche duermo arropado por las estrellas. ¿Y tú, cómo lo llevas?
Y el tiburón, que lo que quería era comerse el hígado del mono, pues en el mar se corría el rumor que era el bocado más exquisito que existía, le propuso al mono dar una vueltecita en su lomo para que probara el rumor de las olas y la brisa desde el propio mar.
El mono, pensándoselo un poco, le dijo al tiburón que no, que seguro que cuando estuvieran en alta mar le dejaría caer al agua, y el tiburón a su vez le hizo la promesa que no le dejaría caer. Tanto insistió el tiburón, que finalmente el mono accedió a su proposición, y bajando del cocotero, montó a lomos del tiburón, quién partió mar adentro. Cuando se encontraban lejos de la costa, el tiburón le dijo al mono:
“Mono, ¿porqué no me das tu hígado? Pues tengo mi hijo enfermo y los médicos me han dicho que comiendo hígado de mono se curará. Al fín y al cabo, ¿para qué quieres tú el hígado, si no te sirve para nada?”.
A lo que el mono respondió: “Vaya, pues ya podrías haberlo dicho antes de venir, porque me lo he dejado colgado en una rama del cocotero, así que si lo quieres, te lo daré como muestra de gratitud por tu paseo y puesto que me dices que es para tu hijo enfermo. De todas formas, yo ya no lo quiero para nada. Lo único que tendrás que devolverme a la playa para que pueda ir a buscarlo”.
Y así fue como el tiburón devolvió sano y salvo al mono a la playa, y tan pronto como éste tocó tierra firme salió corriendo a lo alto del cocotero, y desde allí empezó a tirarle cocos al tiburón, cantando “Soy el mono Tirititero, el más listo del mundo entero…..”.
(Dedicado a mi Padre, que me lo contaba cuando era niña. He tenido que redactarlo, pues a mí me lo transmitieron oralmente. Creo que su origen está en los cuentos que contaban por la radio, allá por los años de Maricastaña....)
viernes, 19 de diciembre de 2008
UN CLAVO EN LA PUERTA DEL ALMA
El primer día, el joven clavó treinta y siete clavos detrás de la puerta. Las semanas siguieron y a medida que iba aprendiendo a controlar su genio, clavaba cada vez menos clavos detrás de la puerta. Descubrió que era más fácil controlar su genio que clavar clavos detrás de la puerta. Llego un día que pudo controlar su carácter durante todo un día . Después de de informa a su padre, éste le sugirió que retirara un clavo cada día que logrará controlar su carácter. Los días pasaron y finalmente el muchacho pudo anunciar a su padre que no quedaban más clavos que retirar de la puerta. Su padre le tomó de la mano y le llevó hasta la puerta. Le dijo: "Has trabajado duro, hijo mío; pero mira bien esos agujeros en la puerta. Nunca más será la misma . Cada vez que tu pierdes la paciencia, dejas cicatrices exactamente como las que aquí ves...
jueves, 18 de diciembre de 2008
Cuento en forma de poema
Margarita está linda la mar,
y el viento,
lleva esencia sutil de azahar;
yo siento en el alma una alondra cantar;
tu acento: Margarita,
te voy a contar un cuento:
Esto era un rey que tenía
un palacio de diamantes,
una tienda hecha de día
y un rebaño de elefantes,
un kiosko de malaquita,
un gran manto de tisú,
y una gentil princesita,
tan bonita,
Margarita,
tan bonita, como tú.
Una tarde, la princesa
vio una estrella aparecer;
la princesa era traviesa
y la quiso ir a coger.
La quería para hacerla
decorar un prendedor,
con un verso y una perla
y una pluma y una flor.
Las princesas primorosas
se parecen mucho a ti:
cortan lirios, cortan rosas,
cortan astros. Son así.
Pues se fue la niña bella,
bajo el cielo y sobre el mar,
a cortar la blanca estrella
que la hacía suspirar.
Y siguió camino arriba,
por la luna y más allá;
más lo malo es que ella iba
sin permiso de papá.
Cuando estuvo ya de vuelta
de los parques del Señor,
se miraba toda envuelta
en un dulce resplandor.
Y el rey dijo: «¿Qué te has hecho?
te he buscado y no te hallé;
y ¿qué tienes en el pecho
que encendido se te ve?».
La princesa no mentía.
Y así, dijo la verdad:
«Fui a cortar la estrella mía
a la azul inmensidad».
Y el rey clama: «¿No te he dicho
que el azul no hay que cortar?.
¡Qué locura!, ¡Qué capricho!...
El Señor se va a enojar».
Y ella dice: «No hubo intento;
yo me fui no sé por qué.
Por las olas por el viento
fui a la estrella y la corté».
Y el papá dice enojado:
«Un castigo has de tener:
vuelve al cielo y lo robado
vas ahora a devolver».
La princesa se entristece
por su dulce flor de luz,
cuando entonces aparece
sonriendo el Buen Jesús.
Y así dice: «En mis campiñas
esa rosa le ofrecí;
son mis flores de las niñas
que al soñar piensan en mí».
Viste el rey pompas brillantes,
y luego hace desfilar
cuatrocientos elefantes
a la orilla de la mar.
La princesita está bella,
pues ya tiene el prendedor
en que lucen, con la estrella,
verso, perla, pluma y flor.
Margarita, está linda la mar,
y el viento
lleva esencia sutil de azahar:
tu aliento.
Ya que lejos de mí vas a estar,
guarda, niña, un gentil pensamiento
al que un día te quiso contar un cuento.
(Rubén Darío - A Margarita Debayle)
LA HOLGAZANA Y LAS HADAS - IV- FIN
"Son mis tías" dijo la joven. ¿Por qué tienes el dedo tan largo? -preguntó el caballero a la primera. " Porque soy una gran hilandera.Tiro del hilo con este dedo;por eso se me ha puesto tan largo." El caballero preguntó a la segunda por qué tenía el labio tan grueso. "Soy una gran hilandera. Paso el hilo por el labio, por eso se me ha puesto tan abultado" le respondió. El caballero preguntó a la tercera por qué estaba tan gruesa. "Soy una gran hilandera. Me paso el día sentada; por eso estoy así" "Mi mujer es también una gran hilandera. ¿Por qué esta delgada?" "Cuando hile mucho se pondrá como yo" respondió. Temiendo que su mujer se volviera como sus tías, el caballero le prohibió que hilara. Colorin colorado este cuento aquí ha acabado ... (Basado en un cuento popular Lituano)
Concierto de Navidad
El sábado día 20 de diciembre, a las 11:30 h, en la Iglesia de San Diego, 61, está organizado un concierto de Navidad por el Coro "Lux Aeterna".
El coro “Lux Aeterna” es una agrupación joven, ya que fue fundado a principios de 2006. A pesar de esta circunstancia, el coro “Lux Aeterna” ha actuado ya en diversas iglesias de Madrid, entre las que destacan San Francisco el Grande, o la Iglesia de San Sebastián, con la que mantiene una estrecha relación, siendo en la actualidad su coro oficial.
PROGRAMA DE VILLANCICOS:
Gaudete : piae cantiones
In the bleak midwinter : G. Holst
Chiquirriquitín : Tradicional andaluz
Hacia Belén va una burra: Tradicional andaluz
Fuentecilla que corres: Tradicional andaluz
Niño divino: Tradicional vasco
En la más fría noche: Tradicional americano
Gatatumba: Villancico jocoso
Noche de paz: Tradicional
Adeste fideles: Arm. J. Reading
miércoles, 17 de diciembre de 2008
LA HOLGAZANA Y LAS HADAS - III-
En esto que aparecieron tres hadas. "Si nos invitas a tu boda hilaremos por ti el montón de lino" le dijeron. Muy contenta la joven, prometió que así lo haría, acto seguido las tres hadas realizaron su trabajo. Al día siguiente trajeron un carro lleno de lino . Por la noche se presentaron las tres hadas y lo hilaron en una abrir y cerrar de ojos. Al tercer día trajeron doble cantidad de lino. Y las hadas lo hilaron también sin ninguna dificultad. El caballero se enamoró de la jovencita y se casó con ella. Al volver de la iglesia, la holgazana corrió a la casita donde hilaban para invitar a las tres hadas al banquete nupcial. Una tenía el dedo larguisimo, la otra el labio inferior abultadisimo y la tercera era tan obesa que apenas si podía entrar por la puerta. El caballero preguntó a su joven esposa quienes eran aquellas mujeres.... ( Continuara)
martes, 16 de diciembre de 2008
SUEÑOS DESDE MI HORIZONTE
lunes, 15 de diciembre de 2008
La Piedra
El distraido, tropezó con ella.
El violento la utilizó como proyectil.
El emprendedor construyó con ella.
El campesino la utilizó de asiento.
Para los niños, fue un juguete.
David mató a Goliat.
Y Miguel Ángel le sacó la más bella escultura.
En todos estos casos, la diferencia no estuvo en la piedra, sino en el hombre...
No existe "piedra" en tu camino que no puedas aprovechar para tu propio crecimiento.
(Anónimo)
¡¡ Feliz Navidad!! a tod@s es@s insensat@s inconformistas conseguir la paz sigue siendo una prioridad incluso en Navidad. ¡¡Felices Fiestas!!
LA HOLGAZANA Y LAS HADAS - II-
"¿Quién eres y qué haces aquí? " Ella le respondió : "Soy una buena hilandera. Pero mis padres no tienen nada que hilar y me han dejado aquí" . El Caballero rogó a la joven que le acompañara a su casa. Él tenía mucho lino que hilar. La joven se fue con el apuesto caballero. Al llegar este ordeno a sus sirvientes que encendieran la estufa para calentar la casa , que sirvieran la comida y que trajeran lino para hilar; pero la pobre muchachita no quiso ni comer ni beber. Y al quedarse sola, se echó a llorar amargamente. ¿Cómo iba a hilar aquel montón de lino si no tenía ni idea de por dónde empezar? ... (CONTINUARA)
sábado, 13 de diciembre de 2008
VALIENTES
La llegada de inmigrantes a España en patera se ha reducido en más de un 22% respecto al año anterior, según los datos de los primeros 11 meses del año, en los que han intentado entrar en el país por vía marítima 3.745 personas menos.
(El pais.com)
Podemos estar tranquilos y dejar descansar nuestras conciencias, este año han salvado la vida 3.745 personas ¿Cuánto tardaran estas 3.745 personas en montarse en otra patera y surcar el ancho mar? ¿O es que estan ya de camino a otro país, habiendo podido yacer en el camino?
Que mal educada está la sociedad actual, cuanto está contaminada con la indiferencia y la ingratitud.
Miles y millones de personas se reparten por el mundo, después de haber viajado durante días a lomos de una vieja barca de madera roída por el tiempo y la desgracia. Sembrando a su paso el mar de cadáveres de inocentes personas, cuyo único error fué soñar un día con una vida mejor y su premio fué morir intentándolo... VALIENTES.
Arriesgar una vida, en busca de un sueño que una sociedad hecha para los poderosos niega constantemente. Donde el único lujo que se les puede permitir a la mayoría, es el de sujetar una señal de STOP a la entrada de una obra.
¿Dónde está la justicia? ¿Dónde duermen las conciencias de quienes la manejan?
Lo grande que es el mundo... y que no podamos vivir juntos aunque haya sitio para todos.
(El pais.com)
Podemos estar tranquilos y dejar descansar nuestras conciencias, este año han salvado la vida 3.745 personas ¿Cuánto tardaran estas 3.745 personas en montarse en otra patera y surcar el ancho mar? ¿O es que estan ya de camino a otro país, habiendo podido yacer en el camino?
Que mal educada está la sociedad actual, cuanto está contaminada con la indiferencia y la ingratitud.
Miles y millones de personas se reparten por el mundo, después de haber viajado durante días a lomos de una vieja barca de madera roída por el tiempo y la desgracia. Sembrando a su paso el mar de cadáveres de inocentes personas, cuyo único error fué soñar un día con una vida mejor y su premio fué morir intentándolo... VALIENTES.
Arriesgar una vida, en busca de un sueño que una sociedad hecha para los poderosos niega constantemente. Donde el único lujo que se les puede permitir a la mayoría, es el de sujetar una señal de STOP a la entrada de una obra.
¿Dónde está la justicia? ¿Dónde duermen las conciencias de quienes la manejan?
Lo grande que es el mundo... y que no podamos vivir juntos aunque haya sitio para todos.
Hombres del mundo
que venden su suerte al mar,
levantad la cabeza orgullosos
de vosotros me quiero empapar.
que venden su suerte al mar,
levantad la cabeza orgullosos
de vosotros me quiero empapar.
Adivinanzas de temas Navideños
Con la nieve se hace
y el sol lo deshace.
Otras...
Cuando estoy en el campo
soy verde y muy alto
y si me llevan a casa
me adornan que es un encanto
Sabes cual es el nombre de la esposa de Santa Claus?
No, ¿cual?
Merry.
¿Merry quien?
Merry Christmas.
Con su traje muy blanco encontré al hombrecito.
Bajo el terrible frío le vi muy derechito.
Pero cuando el sol de pronto nos envió su calor
se fue a la carrera el extraño señor.
Dulce como un bombón,
duro como el carbón
y soy pariente
del polvorón.
Zumba que te zumba,
se oye mi son,
en las noches navideñas,
hasta que aparece el sol.
Salieron de Oriente
con rumbo a Belén,
si quieres juguetes
escribe a los tres.
Entre pared y pared
hay una santa mujer
que con el diente
llama a la gente,
con las muelas
a las mozuelas,
con los colmillos
a los chiquillos.
Y la última...
No me hace falta sacar pasaje
Me mojan a la espalda
Y me voy de viaje
(Lo siento, no me he podido resistir en este tiempo a poner algunas adivinanzas Navideñas)
y el sol lo deshace.
Otras...
Cuando estoy en el campo
soy verde y muy alto
y si me llevan a casa
me adornan que es un encanto
Sabes cual es el nombre de la esposa de Santa Claus?
No, ¿cual?
Merry.
¿Merry quien?
Merry Christmas.
Con su traje muy blanco encontré al hombrecito.
Bajo el terrible frío le vi muy derechito.
Pero cuando el sol de pronto nos envió su calor
se fue a la carrera el extraño señor.
Dulce como un bombón,
duro como el carbón
y soy pariente
del polvorón.
Zumba que te zumba,
se oye mi son,
en las noches navideñas,
hasta que aparece el sol.
Salieron de Oriente
con rumbo a Belén,
si quieres juguetes
escribe a los tres.
Entre pared y pared
hay una santa mujer
que con el diente
llama a la gente,
con las muelas
a las mozuelas,
con los colmillos
a los chiquillos.
Y la última...
No me hace falta sacar pasaje
Me mojan a la espalda
Y me voy de viaje
(Lo siento, no me he podido resistir en este tiempo a poner algunas adivinanzas Navideñas)
viernes, 12 de diciembre de 2008
Adivina.... ¿Qué soy?
Adivina, adivinanza.....
Siempre quietas,
siempre inquietas;
dormidas de día,
de noche despiertas.
Otra más, de la misma onda
Me escriben con cuatro letras,
significo claridad,
si me quitan una letra
una queda y nada más.
Y la útlima adivinanza
De día yo me levanto,
de noche a la cama voy,
tiño de rojo el ocaso,
¿a qué no sabes quién soy?
Y para terminar, porque las adivinanzas estaban chupadas, un acertijo:
Yo iba andando hacia Villa la Vieja, cuando me encontré con tres viejas. Cada vieja llevaba un saco, cada saco llevaba tres ovejas. ¿Cuántas viejas iban hacia Villa la Vieja?
Siempre quietas,
siempre inquietas;
dormidas de día,
de noche despiertas.
Otra más, de la misma onda
Me escriben con cuatro letras,
significo claridad,
si me quitan una letra
una queda y nada más.
Y la útlima adivinanza
De día yo me levanto,
de noche a la cama voy,
tiño de rojo el ocaso,
¿a qué no sabes quién soy?
Y para terminar, porque las adivinanzas estaban chupadas, un acertijo:
Yo iba andando hacia Villa la Vieja, cuando me encontré con tres viejas. Cada vieja llevaba un saco, cada saco llevaba tres ovejas. ¿Cuántas viejas iban hacia Villa la Vieja?
jueves, 11 de diciembre de 2008
LA HOLGAZANA Y LAS HADAS - I-
Había una vez un matrimonio pobre que tenía una hija. Ésta era una gran holgazana que no quería trabajar. Cierto día el padre la levó al bosque y la abandonó . Sucedió que un caballero recorría el bosque y al ver a la muchacha le preguntó .: ...
Algún libro suelto...
Hoy os voy a proponer algún libro de esos que casi nadie conoce pero que por suerte es así ,ya que hace que sean pequeñas joyas en nuestras manos... "Elegía Estonia y otros poemas" de Jüri Talvet . Editado por Palmart capitelum... Una joya para pararse a pensar... " Si temierais Morir " de Vicente Gallego. Editado por Tusquets editores con una profundidad increíble... "El arte de la contemplación" de Consuelo Martín .Editado por Gaia ediciones .. Simplemente único , especial ... que no deja indiferente ... Y una debilidad que acaba de sacar libro... "Sueños desde mi horizonte, los cuentos que siempre quisiste leer"Felix de Blas Martín. Ed.Bubok aquí como no soy imparcial pues mejor dar otros el criterio...
Darse cuenta
Me levanto por la mañana.
Salgo de mi casa.
Hay un socavón en la acera.
No lo veo
y me caigo en él.
Al día siguiente
salgo de mi casa,
me olvido de que hay un socavón en la acera,
y me vuelvo a caer en él.
Al tercer día
salgo de mi casa tratando de acordarme
de que hay un socavón en la acera.
Sin embargo,
no lo recuerdo
y caigo en él.
Al cuarto día
salgo de mi casa tratando de acordarme
del socavón en la acera.
Lo recuerdo y,
a pesar de eso,
no veo el pozo y caigo en él.
Al quinto día
salgo de mi casa.
Recuerdo ue tengo que tener presente
el socavón en la acera
y camino mirando al suelo.
Y lo veo y,
a pesar de verlo,
caigo en él.
Al sexto día
salgo de mi casa.
Recuerdo el socavón en la acera.
Voy buscándolo con la mirada.
Lo veo,
intento saltarlo,
pero caigo en él.
Al séptimo día
salgo de mi casa.
Veo el socavón.
Tomo carrerilla,
salto,
rozo con la punta de mis pies el borde del otro lado,
pero no es suficiente y caigo en él.
Al octavo día,
salgo de mi casa,
veo el socavón,
tomo carrerilla,
salto,
¡llego al otro lado!
Me siento tan orgulloso de haberlo conseguido
que lo celebro dando saltos de alegría....
Y, al hacerlo,
caigo otra vez en el pozo.
Al noveno día,
salgo de mi casa,
veo el socavón,
tomo carrerilla,
lo salto
y sigo mi camino.
Al décimo día,
justo hoy,
me doy cuenta
de que es más cómodo
caminar...
por la acera de enfrente.
(Jorge Bucay - Cuentos para pensar)
Red de mentiras
Me quedé sorprendida cuando vi que habían sacado entradas para la película "Red de Mentiras". En primer lugar no había oído hablar de ella, también he de confesar que no estoy muy puesta en cine, pero desde luego no es de las que te machacan constantemente para que vayas a verla. El título no me decía nada, así que me acerqué a ver el cartel, pues "una imagen vale más que mil palabras", y comprobé que debía de ser de guerra. He de reconocer que no son de las que más me entusiasman, pero luego salí del cine encantada. La película trata sobre la "nueva guerra fría" entre los países árabes y en este caso, como no, Estados Unidos. Lo que debo decir a su favor es que estuvo emocionante de principio a fín, trata un tema candente, y lo mejor, que aunque es ficción, la trama te hace recapacitar sobre muchos aspectos que pueden ser del todo reales. Lo peor, algunas escenas muy duras si eres sensible.
Aquí dejo algunos datos de la película actualmente en cartelera:
Dirección: Ridley Scott
Interpretes: Russell Crowe, Golshifteh Farahani, Mark Strong, Ali Suliman, Oscar Isaac, Simon Mcburney, Leonardo Dicaprio, Alon Aboutboul, Vince Colosimo, Mehdi Nebbou, Michael Gaston, Kais Nashif
Compañía: Warner Sogefilms
Producción: Ridley Scott , Donald De Line
Duración: 128
Estreno: 7-11-2008
Género: Suspense
miércoles, 10 de diciembre de 2008
Dos ideas...
Mañana en Príncipe Pío el portal Meetic celebra el día de adiós a tu ex, la idea es que se lleven todos aquellos objetos que nos los recuerden y donarlos para un mercadillo solidario. Al principio iba a ser también una quema de cartas etc... pero creo que al final la han supendido,por motivos de seguridad. Pienso que es una buena idea ... Así que a quemar , perder y olvidar esos lastres que no permiten la oportunidad de ser feliz y a volar . El horario de 10 a 8 de la tarde... Y otro apunte es para el domingo Concierto : Retablo de Navidad 2008 , del Orfeó Valenciá Navarro Reveter. En La Iglesia de San Francisco el Grande , C/ Plaza de San Francisco,11 Madrid. Entrada gratuita.Aforo limitado. A las 17,30 ¿Quien se apunta?
martes, 9 de diciembre de 2008
Brevedad
"He nacido hoy de madrugada
viví mi niñez esta mañana
y sobre el mediodía
ya transitaba mi adolescencia.
Y no es que me asuste
que el tiempo se me pase tan deprisa.
Sólo me inquieta un poco pensar
que tal vez mañana
yo sea
demasiado viejo
para hacer lo que he dejado pendiente"
(Jorge Bucay - Cuentos para pensar)
viví mi niñez esta mañana
y sobre el mediodía
ya transitaba mi adolescencia.
Y no es que me asuste
que el tiempo se me pase tan deprisa.
Sólo me inquieta un poco pensar
que tal vez mañana
yo sea
demasiado viejo
para hacer lo que he dejado pendiente"
(Jorge Bucay - Cuentos para pensar)
EL ÁRBOL DE LOS PROBLEMAS
El carpintero que había contratado para que me ayudara a reparar una vieja granja, acaba de terminar su primer día de duro trabajo.Su cortadora eléctrica se estropeo y le hizo perder una hora de trabajo , y ahora su antigüo camión se niega a arrancar. Mientras lo llevaba a su casa ,se sentó en silencio.Una vez que llegamos, me invito a conocer a su familia.Mientras nos dirigíamos a la puerta ,se detuvo brevemente frente a un pequeño árbol ,tocando las puntas de las ramas con ambas manos.Cuando abrió la puerta ,ocurrió una sorprendente transformación :su bronceada cara estaba llena de sonrisas. Abrazó a sus dos pequeños hijos y le dio un beso a su esposa . Luego de conocerles, me acompaño hasta el coche . Cuando pasamos cerca del árbol sentí curiosidad y le pregunte sobre lo que le había visto hacer . !Oh! ése es mi árbol de los problemas . Sé que no puedo evitar tener problemas en el trabajo... pero una cosa es segura , los problemas no pertenecen ni a mi esposa , ni a mi casa, ni a mis hijos. Así que simplemente los cuelgo cada noche en el árbol . Luego , por la mañana los recojo, otra vez. Lo divertido-dijo sonriendo- que cuando salgo por la mañana a recogerlos no hay tantos como los que recuerdo haber colgado la noche anterior...
Feliz 2009... ¿Pero qué es el tiempo?
En unos días estaremos celebrando un año nuevo, como si se pudiera hacer un alto en el camino y decir hasta aquí ha sido una cosa y a partir de aquí es otra diferente. Si nos paramos a pensar los días, las horas , los segundos... no son nada más que una sucesión de momentos que nos ocurren unas veces dejamos que nos pasen y otras veces los vivimos . El corte matemático entre un año y otro solo existe en nosotros, pero realmente... ¿Qué es el tiempo? .Según San Agustín "Quid est tempus? Quis hos facile brevitaque explicaverit? .Intelligimus...cum id longuimur,inteligimus etiam cum alio loquente id audimus.Quid est ergo tempus? Si nemo ex me quaerat scio, si quarenti explicare velim , nexcio..." (Conf LXI, C17)- "¿Qué es el tiempo? ¿Quién podría explicarlo fácil y brevemente? . Lo entendemos...cuando hablamos de él también cuando lo oímos de otro que nos esta hablando ¿Qué es pues el tiempo? .Si nadie me lo pregunta lo sé, pero si quiero explicarlo a quien me lo pregunta lo ignoro" (Tradución Conf LXI, C17) ... Entonces ¿Qué es el año nuevo...?
lunes, 8 de diciembre de 2008
Navidad, Navidad...¿Dulce Navidad?
Dedicado a todos aquellos/as que gastan el tiempo de estos días, en celebrar algo que no entiende su condición. Esos amantes de la codicia que prostituyen la ilusión, a todos los que algún día quisimos ser personas de buen corazón...HAGAMOS QUE EN AGOSTO TAMBIEN SEA NAVIDAD.
¿Donde se esconde la navidad?
En un alma sin conciencia,
en flores de color rojo
o en una copa de champán...
en pinos llenos de luces
o en un centro comercial.
En un alma sin conciencia,
en flores de color rojo
o en una copa de champán...
en pinos llenos de luces
o en un centro comercial.
¿Qué sentido tiene mimarla?
Si no limpiamos el corazón,
si somos ogros con avaricia
comprando por condición.
Si no limpiamos el corazón,
si somos ogros con avaricia
comprando por condición.
¿Qué celebramos estas fechas?
Quizá algo en lo que creer,
algo que nos permita
poder recuperar la fe.
Quizá algo en lo que creer,
algo que nos permita
poder recuperar la fe.
¿Porqué perdernos en mil adornos?
Fieles ignorantes sin corazón,
comprando lo que no quieres
hundiendo tu alma por una tradición.
Fieles ignorantes sin corazón,
comprando lo que no quieres
hundiendo tu alma por una tradición.
Ojalá llegue el día
en que el viento se lleve el aire
y nos traiga un corazón,
lo llenemos de valores
y no los perdamos por condición.
en que el viento se lleve el aire
y nos traiga un corazón,
lo llenemos de valores
y no los perdamos por condición.
Un paseo por un Madrid de invierno lluvioso
Hoy como ayer la lluvia hace estragos por aquí, los días de lluvia que borran el frió y luminario sol de nuestro cielo. En días como estos sólo queda el recurso , si se tiene que salir de ir a sitios bien cobijados... Hoy voy a proponer dos tipos de ambientes diferentes , ni mejores ni peores, solo que tienen sus momentos adecuados... Salones elegantes :*Ateneo de Madrid C/ Alcalá 21,* Casa de América C/ Plaza de Cibeles,2 * Ateneo Cultural 1º de Mayo C/ Lope de Vega,38 *Círculo de Bellas Artes C/ Alcalá 42 *Fundación Juan March C/ Castelló 77 ... Y de ambiente bohemio, si es que continua ese ambiente aún en Madrid.*Bukowski Club C/ San Vicente Ferrer,25 *La Escalera de Jacob C/ Lavapies,11 *El Atril C/ Paloma, 9 *Libertad 8 C/ Libertad 8 * El bandido doblemente armado C/ Apodaca,3 *Taberna el Fin del Mundo C/ Doctor Fourquet,28... Voy a por el paraguas y a ver que encuentro por alguno de estos lares ...
CONSEJOS PARA EL 2009
"Go placidly amid the noise and haste, and remember what peace there may be in silence. As far as possible without surrender be on good terms with all persons. Speak your truth quietly and clearly; and listen to others, even the sull and ignorant; they too have their story. Avoid loud and agrressive persons, they are vexations to the spirit. If you compare yourself with others, you may become vain and bitter; for always there will be greater and lesser persons than yourself. Enjoy your achievements as well as your plans. Keep interested in your own career, however humble; it is real possession in the changing fortunes of time. Exercise caution in your business affairs; for the world is full of trickery. But let this not blind you to what virtue there is; many personsstrive for high ideals; and everywhere life is full of heroism. Be yourself. Especially, do not feign affection. Neither be cynical about love; for in the face of all aridity and disenchantment it is perennial as the grass. Take kindly the counsel of the years, gracefully surrenderin the things of youth. Nurture strength of spirit to shield you in suden misfortune. But do not distress yourself with imaginings. Many fears are born of fatigue and loneliness. Beyond a wholesome discipline be gently with yourself. You are a child of the universe, no less than the trees and the stars; you hae a right to be here. And whether or not it is clear to you, no doubt the universe is unfolding asit should. Therefore be at peace with God, whatever you conceive Him to be, and whatever your labors and aspirations, in the noisy confusion of life keep peace with your sould. With all its sham, drudgery and broken dreams, it is still a beautiful world. Be careful. Strive to be happy."
(Found in Old Sant Paul's Church, Baltimore. Dated 1602).
(Found in Old Sant Paul's Church, Baltimore. Dated 1602).
domingo, 7 de diciembre de 2008
LOS GLOBOS DE COLORES
En cierta ocasión, Martin Luther King se encontraba punto de dar una de sus entrañables y maravillosas conferencias ,
acerca de los derechos humanos , cuando observó a un pequeño niño negro enfrente de la tribuna de oratoria . Se sintió sorprendido y pregunto a sus ayudantes al respecto .Éste le indico que le niño había sido el primero en llegar.Cuando se termino el discurso se soltaron globos de diferentes colores al cielo, los cuales el pequeño no dejaba de mirar.Esto volvió a llamar la atención de Martin Luther King , quien lo levanto en brazos abrazándolo. El pequeño le miro fijamente y le preguntó si los globos negros también subían al cielo.Martin le miro dulcemente y le contesto: Los globos no vuelan al cielo por el color que tengan , sino por lo que llevan dentro...
Historia menuda de una zarzuela ( 5 )
Baldomero le pidio a Luis que con urgencia le pasase la letra de los cantables, para, con permiso de doña Engracia, comenzar a trabajar.
A la semana de siguiente, Bruchet entrego los cantables para la zarzuela en un acto intitulada, La Fuente Misteriosa.
Doña Engracia solo puso una condición, nada de tocar el piano pasadas las diez de la noche. No quería que el resto de huéspedes, sobre todo dos hermanos que trabajaban en una botillería cercana, se molestasen con aquellas probaturas pianísticas todavía sin plasmar en el pentagrama Carrasqueril.
Baldomero aprovechaba desde que se desayunaba en compañía de todos los hospedados, quienes le interrogaban por sus avances en la partitura, a lo que Carrascosa contestaba invariablemente, los tenores que lleven esta obra en su repertorio triunfaran, soy el compositor de los tenores…….
A la semana de siguiente, Bruchet entrego los cantables para la zarzuela en un acto intitulada, La Fuente Misteriosa.
Doña Engracia solo puso una condición, nada de tocar el piano pasadas las diez de la noche. No quería que el resto de huéspedes, sobre todo dos hermanos que trabajaban en una botillería cercana, se molestasen con aquellas probaturas pianísticas todavía sin plasmar en el pentagrama Carrasqueril.
Baldomero aprovechaba desde que se desayunaba en compañía de todos los hospedados, quienes le interrogaban por sus avances en la partitura, a lo que Carrascosa contestaba invariablemente, los tenores que lleven esta obra en su repertorio triunfaran, soy el compositor de los tenores…….
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