Nace en 1364 en Venecia – muere en 1430 en el monasterio de Poissy.
Su padre, profesor en la Universidad de Bolonia, llamado más tarde a la corte de Carlos V de Valois en calidad de médico y astrónomo, fue quien se preocupó personalmente de su formación, en contra de lo normal para una mujer de su tiempo. Sus tutores, humanistas, la instruyeron en las nuevas corrientes ideológicas. Hablaba italiano, latín y francés, idioma en el que escribió su producción literaria.
A los quince años contrajo matrimonio con un noble, notario del rey, que murió de peste diez años más tarde. A partir de entonces se ve obligada a vender sus obras, tras enviudar con tan sólo veinticinco años y con tres hijos, su madre y una sobrina a las que cuidar. Consiguió mantener a su familia gracias a sus escritos. Sus primeros poemas, baladas de amores perdidos, transmitían la tristeza de su prematura viudedad, y se hicieron populares de inmediato. Las obras en prosa defendiendo a las mujeres frente a las calumnias de Jean de Meung en el Roman de la Rose incluyen Epístola al dios del amor (1399), que fue escrita para oponerse a las actitudes cortesanas con respecto al amor, y su autobiografía, La visión de Christine (1405), como réplica a sus detractores. Tampoco dudó en opinar sobre política en la Epístola a la reina Isabel, y sobre la justicia militar en el Libro de los hechos de armas y de caballería.
Otras obras:
Cent Ballades (1399)
Le Debat Deux Amants (1400)
Le Livre du Dit de Poissy (1400)
Enseignemens Moraux (1400)
Proverbes Moraux (1400)
Epitre d´Othea (1400)
Cent Ballades d´Amant et de Dame (1402)
Le Dit de la Rose (1402)
Livre du Chemin de Long Estude (1403)
Le Livre de la Mutation de Fortune (1403)
Le Livre du Duc des Vrais Amants (1404)
Le Livre de la Prod´hommie (1405-1406)
Livre du Corps de Policie (1407)
Sept Psaumes Allegorises (1410)
La Lamentation sur les Maux de la France (1411-1412)
Livre de la Paix (1413)
L´Epitre de la Prison de Vie Humaine (1418)
La ciudad de las damas (1405), Christine habla con voz propia en un mundo en el que se discute sobre la naturaleza de las mujeres, rebatiendo con argumentos, en su nombre y en el de todas las mujeres, la pobre y engolada palabrería que no tenía otra finalidad que la de obtener la aceptación por parte de las mujeres de su condición subordinada en el orden social.
Reivindica para las mujeres el primer derecho del cual derivan todos los demás, es decir, el del reconocimiento de la condición de persona, con toda la dignidad que ello implica, con todas las cualidades que, en ese momento histórico, se atribuyen en exclusiva a los varones: inteligencia, fuerza, valor, creatividad; con todos los valores morales que pueden manifestar todos los humanos: tenacidad, entrega, fidelidad, prudencia. Reivindica también como valores humanos igualmente dignos de consideración todo aquello que se reconoce como propio de las mujeres y que, en consecuencia, se denigra: la ternura, el cuidado de las personas, la ocupación en tareas menores - las tareas domésticas.
Christine dú Pizán fue la primera mujer en la historia que vivió de su trabajo como intelectual. Sus obras fueron estimadas en los círculos más cultos de la época, y muy pronto traducidas .
Significa un hito en la historia de las mujeres que merece tener un lugar en la memoria viva de nuestra sociedad.