viernes, 25 de septiembre de 2009
Los Inmortales VIII
La profesora Stell, secretaria de la comisión, fue la primera en comprender la explicación de los dos sabios canadienses. Una vez dada la aprobación para remover al poeta y quemar sus huesos, instantes después de levantada la sesión, corrió a su domicilio, abrió la cancela, rodeó la casa,cruzó el jardín y penetró en el invernadero. Removió entre los varios tiestos y cachivaches hasta que encontró el jarrón precintado donde guardaba los restos del difunto. Leyó la etiqueta: John Steel, abrazó el jarrón y, tomando de nuevo el automóvil, se fue lejos, hacia los jardines de Kew, y muy cerca del "Bull´s head", el bar de los miradores del Támesis, donde iba con su marido algunas noche románticas, disperso las cenizas sobre las aguas grises. Luego arrojó también la vasija y se sorprendió a sí misma por su sonrojo, un extraño rubor de doncella que le embriagó los sentidos.