sábado, 26 de septiembre de 2009

Conexión con nuestras emociones. Dedicado a Amicus, gracias por enseñarme a comprender tantas y tantas cosas...

Conexión con nuestras emociones. Lo que realmente importa

¿Amo lo que hago? O ¿Hago lo que amo? No son la misma pregunta. Y en función de la sinceridad con la que respondas a las dos podrás darte cuenta de en qué punto de tu vida estás y cómo de satisfecho te sientes con lo que has hecho hasta ahora.


Alguna vez te has preguntado por qué no te sientes feliz con tu vida, a pesar de que la situación a tu alrededor pareciera “ideal”, social y culturalmente hablando. No será que tal vez, en tu afán de complacer a todos los demás, hace tiempo que dejaste de prestar atención a tus verdaderas emociones y deseos.


En este mundo moderno no es difícil quedar atrapado en medio de una vorágine de objetivos sociales, profesionales y culturales a cumplir. Jorge Bucay la llama “la estupidez cúbica”, algo así como la estupidez de la estupidez de la estupidez…”que consiste en gastar dinero que uno no tiene para comprar lo que uno no necesita para agradar a aquellos que a uno no le importan”.



¿Quién dijo que viviríamos para siempre? Sin embargo parece que algunas personas así lo creen, y dedican un esfuerzo y tiempo desmedidos para poder acumular dinero, objetos materiales, reconocimientos, poder, y en el peor de los casos, personas. Otras logran lo que buscaban y después temen perderlo. Algunas viven obsesionadas con tener cada vez más y están los que sólo se lamentan con “si hubiera…” y dejan de luchar.


Anhelar, desear, soñar, no hay nada equivocado con eso. El error está en creer que sólo se será feliz hasta que se obtenga el objetivo.


Ir en busca de la felicidad, como en aquella alegoría del ave azul, sin antes habernos puesto en contacto directo con nuestras verdaderas emociones, puede ser tan desgastante como generador de ansiedad y llevarnos a estados de salud poco recomendables. Gastritis o colitis crónicas, trastornos del sueño o del apetito, alergias, crisis nerviosas, estados depresivos, etcétera.


A veces es mucha la presión a la que nos vemos sometidos por parte de la familia, los amigos, los medios de comunicación y la sociedad en general. Es como si cayéramos en una espiral sin fin de objetivos a cumplir, donde nuestras verdaderas emociones y sentimientos no tuvieran cabida.


Podríamos intentar simplificar nuestra vida material para empezar a entender que el origen de nuestra felicidad y paz interior somos nosotros mismos. Lo más probable es que al caminar por un sendero sin ruta preestablecida por los demás también llegaremos a “poseer mucho” y lo disfrutaremos plenamente.


La sensación de que algo o a alguien nos pertenece, brinda seguridad. Pero no debemos olvidar que existe una gran posibilidad de que perdamos en algún momento aquello que amamos. Y no por eso nos va la vida en ello. Debemos saber que el dolor de la pérdida es parte de este viaje y aún así nuestro sano sentir deberá ser por lo que SOY y no por lo que tengo.