Ésta es la primera vez que el monasterio de Santo Domingo de Silos comparte exposición de manera simultánea con el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía. Como «sucursal» del centro madrileño, la abadía benedictina presenta la obra figurativa de Miroslaw Balka, considerado uno de los mejores artistas europeos de este momento. En Madrid, en cambio, puede verse su obra más abstracta. En ambos casos Balka hace uso de una fuerte carga simbólica para hablar de «ese lugar oculto, ese lugar que escondemos y en el que el espectador sale a la luz». Las muestras, que hacen referencia a temas religiosos y políticos así como a la memoria personal y colectiva, se presentan bajo el título de ctrl, la abreviación de ‘control’.
«Su obra tiene que ver con su propio pasado. Es un artista polaco, un país con una historia compleja donde la religión ha tenido gran importancia a todos los niveles», apunta como preámbulo el director del Reina Sofía, Manuel Borja-Villel.
Desde esa perspectiva, Balka muestra en la abadía una instalación presidida por la escultura de un Papa negro que se acompaña de la oveja descarriada. El pontífice responde a la profecía de Nostradamus que mencionaba con él la llegada del apocalipsis. «Es un Papa que tiene dos lágrimas blancas que salen de los ojos como lanzas. Es un Papa que llora apenado por la llegada de este terrible momento que ni siquiera él puede remediar», explica Borja-Villel.
A la escultura, situada al fondo de la sala, se accede a través de una puerta en forma de armario que posee un espejo, y de cuyo significado simbólico da cuenta el director del Reina Sofía: «De algún modo lo que Balka ha querido mostrar es cómo todos estos elementos que forman parte de nuestro inconsciente tienen una relación con el mundo real. De la estancia se sale a través de ese armario, similar al de Alicia en el país de las maravillas o al de Anna Frank, en el que el espectador se refleja, pero solo en un momento, junto al Papa negro. Es el armario que demuestra que hay un mundo interior y un mundo exterior, el mundo de Balka y el de la abadía».
20 aniversario
El tercer elemento de la instalación es una palanca que hace de pomo de la puerta y que le da un aire teatral a la pieza. Esa misma simbología que muestra en Silos la utiliza en el edificio Sabatini del Reina Sofía. La exposición de Balka cierra los actos del veinte aniversario del centro madrileño, que ha querido celebrarlo con la experiencia que, en colaboración con la Cámara de Comercio y la abadía, comparte con Silos desde hace doce años.
El presidente de la Cámara, Antonio Méndez Pozo, destacó precisamente la importancia de esta «experiencia conjunta que lleva Silos a Madrid», y manifestó su deseo de que se repita en próximas ediciones. La muestra ha contado en este caso con el patrocinio de la Fundación Endesa.
«Su obra tiene que ver con su propio pasado. Es un artista polaco, un país con una historia compleja donde la religión ha tenido gran importancia a todos los niveles», apunta como preámbulo el director del Reina Sofía, Manuel Borja-Villel.
Desde esa perspectiva, Balka muestra en la abadía una instalación presidida por la escultura de un Papa negro que se acompaña de la oveja descarriada. El pontífice responde a la profecía de Nostradamus que mencionaba con él la llegada del apocalipsis. «Es un Papa que tiene dos lágrimas blancas que salen de los ojos como lanzas. Es un Papa que llora apenado por la llegada de este terrible momento que ni siquiera él puede remediar», explica Borja-Villel.
A la escultura, situada al fondo de la sala, se accede a través de una puerta en forma de armario que posee un espejo, y de cuyo significado simbólico da cuenta el director del Reina Sofía: «De algún modo lo que Balka ha querido mostrar es cómo todos estos elementos que forman parte de nuestro inconsciente tienen una relación con el mundo real. De la estancia se sale a través de ese armario, similar al de Alicia en el país de las maravillas o al de Anna Frank, en el que el espectador se refleja, pero solo en un momento, junto al Papa negro. Es el armario que demuestra que hay un mundo interior y un mundo exterior, el mundo de Balka y el de la abadía».
20 aniversario
El tercer elemento de la instalación es una palanca que hace de pomo de la puerta y que le da un aire teatral a la pieza. Esa misma simbología que muestra en Silos la utiliza en el edificio Sabatini del Reina Sofía. La exposición de Balka cierra los actos del veinte aniversario del centro madrileño, que ha querido celebrarlo con la experiencia que, en colaboración con la Cámara de Comercio y la abadía, comparte con Silos desde hace doce años.
El presidente de la Cámara, Antonio Méndez Pozo, destacó precisamente la importancia de esta «experiencia conjunta que lleva Silos a Madrid», y manifestó su deseo de que se repita en próximas ediciones. La muestra ha contado en este caso con el patrocinio de la Fundación Endesa.