jueves, 1 de octubre de 2009
Los Inmortales XI
El primer problema se planteó con la incineración del esqueleto, al carecer España de este tipo de instalaciones. Los profesores se negaron a repetir sus experiencias de Grecia y no intentaron hacerlo ellos mismos. Mrs Steel voló a Inglaterra con la vasija conteniendo los restos de Cervantes; tenía autorización para cualquier gasto, podía ocupar , si preciso fuera, un horno en exclusiva durante semanas; se trataba de evitar las confusiones anteriores. Lo huesos de Cervantes entristecían aún más que los de Shakespeare. Ni las ropas quedaban. Era de notar, sin embargo la mono izquierda cortada a la mitad - la huella de Lepanto, según el entusiasmado Mook- , un cordón a la cintura, un frailuno cordón, y los dientes muy largos y combados, Woodward limpió aquellos huesos con la misma unción que había puesto cuando se trataba de Shakespeare.